Oración a San Alejo para alejar amantes
En momentos de tribulación, es natural que busquemos guía y apoyo en aquellas entidades divinas que consideramos protectoras de nuestro espíritu. Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha encontrado consuelo en la oración, ese diálogo íntimo y sagrado que establecemos con lo divino, buscando respuestas y paz interna.
Sanalejo, como figura ilustre y venerada, ha sido durante siglos un baluarte para aquellos que buscan intervenir en situaciones que parecen insuperables. Su historia y legado nos recuerdan que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una luz que guía y ofrece esperanza. Así como un navegante confía en la estrella del norte durante una noche nublada, nosotros confiamos en Sanalejo para que ilumine nuestro camino en momentos de desesperanza y aflicción.
San Alejo, soy consciente de mis imperfecciones,
pero también de la devoción
y el amor que siento hacia ti,
y hacia mi esposo.
Lamentablemente, en estos momentos
siento que mi vida está siendo eclipsada
por una sombra, la presencia de otra persona
que amenaza con romper los lazos sagrados del matrimonio.
Te imploro, amado Sanalejo,
con todo el fervor que reside en mí,
aleja a esta persona que se interpone en nuestra unión.
Que, a través de tu intervención,
pueda desaparecer de nuestras vidas,
sin odio ni resentimiento,
sino simplemente para que podamos
encontrar nuevamente la paz.
La angustia me consume,
mi corazón está repleto de inseguridades,
me pregunto continuamente si mi esposo
está con ella o si está cumpliendo con sus deberes.
Me resulta insufrible imaginar
que esté cayendo en tentaciones,
transgrediendo la ley divina
y el compromiso que hicimos ante Dios.
Te ruego que infundas sabiduría en su corazón,
que pueda resistir estas tentaciones pasajeras
y reconozca la profundidad y pureza de nuestro amor.
Que pueda entender que las emociones superficiales
son meras distracciones que eventualmente
nos alejan de la gracia de Dios.
Te suplico, glorioso Sanalejo,
que con tu humildad ejemplar,
aquella que te llevó a renunciar
a los lujos terrenales y a dormir bajo escaleras,
alejes de nosotros todo aquello que nos perjudica,
no por rencor, sino para preservar nuestra familia.
Tu vida, piadosa y humilde,
es testigo de tu poder y de tu gracia,
por eso, te invoco en estos momentos difíciles.
Ayúdame a enfrentar las traiciones y adversidades,
protégenos de aquellos que proceden con mala fe,
y bríndanos la fortaleza para continuar adelante.
Sanalejo, santo de gran devoción y poder,
que conoces mis pesares y angustias,
ayúdame a liberar mi vida
y la de mi esposo de enemistades y trampas.
Tres veces invoco tu nombre,
esperando que tu influencia divina actúe
en cada momento del día:
de día, de tarde y de noche.
Sanalejo, Sanalejo, Sanalejo.
Deseo que, con tu bendición,
podamos encontrar la armonía y el amor genuino,
y que las tentaciones y traiciones
sean solo lejanos recuerdos.
Que con tu bendita intercesión,
podamos reconciliarnos y fortalecer nuestra unión,
basada en los valores y enseñanzas divinas.
Que el amor, la confianza y el respeto
florezcan nuevamente entre nosotros,
dejando atrás el dolor y las lágrimas.
En ti deposito mi fe y mi esperanza,
porque sé que, bajo tu amparo y guía,
lograré encontrar la paz
y el amor verdadero en los brazos de mi esposo.
Con humildad, gratitud y devoción,
elevo esta plegaria hacia ti,
esperando tu divina intercesión.
Amén.
La fe nos empuja a buscar, más allá de lo terrenal, respuestas que tranquilicen nuestra alma. La oración es un puente que nos conecta con esas respuestas, y a través de ella, encontramos consuelo y dirección en nuestra travesía por la vida. Las palabras dirigidas a Sanalejo son un reflejo del anhelo humano de superación, de rectitud y de amor incondicional hacia aquellos que nos rodean.
Que cada súplica elevada, cada palabra pronunciada, sirva como recordatorio de que no estamos solos en nuestras luchas. Sanalejo escucha, y su legado es testimonio de ello. Que cada corazón afligido encuentre en él la guía y la paz que busca, y que la gracia divina nos acompañe siempre, en cada paso que demos.
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