Oración poderosa a San Lázaro

En los albores de la historia sagrada, surgen hombres de fe que, con sus actos y devoción, nos dejan legados imperecederos. Una de estas luminosas figuras es San Lázaro, un símbolo de resiliencia y esperanza ante las adversidades más sombrías que la vida pueda presentar. Su vida, marcada por los milagros y las bendiciones del Altísimo, nos sirve de guía y ejemplo para enfrentar nuestras propias batallas espirituales.

No solo fue un hombre que sintió en carne propia la enfermedad y la desesperación, sino que también fue testigo de la compasión divina. La historia nos relata su cercanía con Jesús, el salvador, una relación tan estrecha que él, siendo mortal, experimentó uno de los milagros más grandes: la resurrección. Su testimonio ha resonado a través de los siglos, brindando consuelo a millones que buscan refugio en la fe.

 

Glorioso y poderoso San Lázaro,
fiel seguidor de Jesucristo
y patrón de aquellos
que enfrentan la adversidad
de la enfermedad y la penuria.

 

Desde las tierras de Bretaña
hasta las moradas de Betania,
has sido testigo directo
del poder curativo y milagroso
de Nuestro Señor.

 

En tu carne, experimentaste
el tormento de la enfermedad,
pero a través de la intervención divina,
fuiste llamado desde el otro lado
del velo de la muerte.

 

Marcando un testimonio eterno
de fe y esperanza. Querido San Lázaro,
tú que alojaste en tu hogar
al mismísimo Hijo de Dios
y que en tu resurrección provocaste
las lágrimas sagradas de Jesús.

 

Te imploro que mires con ojos compasivos
nuestra angustia y desesperación.
Como protector de los más necesitados,
conoces la aflicción que sentimos
y la esperanza que depositamos en ti.

 

En estos tiempos oscuros, te ruego,
con el amor que compartiste
con tus hermanas María y Marta,
que intercedas por nosotros
ante el trono del Altísimo.

 

En señal de agradecimiento, prometemos
honrar tu legado, difundir tu fe
y mantener viva tu memoria
en nuestras oraciones. Con humildad,
te entregamos nuestras angustias.

 

Esperando que, con tu bondadosa intercesión,
se nos conceda la paz y el alivio
que tanto anhelamos. Que el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo,
en su infinita bondad, nos bendigan.

 

Y tú, poderoso San Lázaro,
ruega por nosotros, y que, con tu favor,
podamos testificar las maravillas
del amor divino.
Así sea. Amén.

 

Al reflexionar sobre la vida y legado de San Lázaro, encontramos un manantial de inspiración. Su resurrección no fue solo un acto físico, sino también un renacimiento espiritual, un testimonio viviente de que con fe y esperanza, todo es posible ante los ojos de Dios.

Así, cuando las sombras de la duda y el temor intenten nublar nuestro camino, recordemos la valentía y fe de San Lázaro. Que su vida sea un recordatorio constante de la gracia y misericordia divina, y que, al seguir sus pasos y oraciones, también podamos ser testigos de los milagros y bendiciones que el Señor tiene preparados para nosotros.

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