Oración a San Deshacedor para limpiar
En nuestra devoción sincera y profunda, nos dirigimos hacia San Deshacedor, el protector de almas y el justiciero divino, buscando su guía y su gracia para despejar las tinieblas que puedan acechar en nuestras vidas. A la luz de la fe y la humildad, encendemos una vela para iluminar nuestro sendero y para invocar la presencia benevolente de este poderoso Santo.
Nos postramos ante su majestuosidad, reconociendo su capacidad para deshacer el mal y restaurar la armonía en nuestras almas. En esta conexión sagrada, ofrecemos nuestras plegarias como testimonio de nuestra entrega y nuestra confianza en el poder divino de San Deshacedor.
Oh San Deshacedor,
poderoso y justiciero,
controlador de la maldad
y la codicia.
Vengo humildemente ante ti,
buscando tu intercesión divina
y purificadora,
para despejar los obstáculos
que obstaculizan mi camino.
Tú, con habilidades y fuerza divina,
eres capaz de deshacer
todo aquello que parece inquebrantable.
Libérame de los lazos
que me atan al sufrimiento.
Escucha con benevolencia mis súplicas,
protege a aquellos atrapados
en situaciones sin salida.
Con tu sabiduría, dame discernimiento,
y fortaleza para no desfallecer.
Disipa las malas energías,
de enemistades o desafíos de vida.
Que mis adversarios reconozcan sus actos
y vengan humillados a tu luz.
Transforma todo intento maligno
hacia mí o mis seres queridos
en amor y comprensión.
Que no alcancen las palabras de daño,
ni prosperen acciones en mi contra.
Purifica mi hogar de maldad,
convirtiéndolo en espacio de paz.
Que quien pretenda tomar lo mío,
actúe con rectitud y honor.
Gracias, San Deshacedor, por tu protección,
faro de luz en momentos oscuros.
Guía inquebrantable y luz en la oscuridad,
eres el refugio ante la adversidad.
Tu poder divino es escudo y armadura,
protegiendo nuestro espíritu de malas energías.
En duda o miedo, a ti recurrimos,
buscando claridad y fuerza en la tempestad.
Tú, que deshaces nudos del destino,
y rompes cadenas de infortunio,
no nos abandones en esta travesía.
Que cada paso esté lleno de fe y propósito.
Con gratitud, en nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo,
gracias por escuchar mis ruegos.
Que cada día, guiado por tu amor,
encuentre paz y felicidad. Amén.
Al final de este acto de humildad y devoción, confiamos en que San Deshacedor, con su mirada justa y su poder de redención, disipará las sombras que amenazan con oscurecer nuestro camino. Encomendamos nuestras almas a su cuidado amoroso y le agradecemos por escuchar nuestras súplicas.
Que su influencia purificadora nos guíe hacia la luz de la verdad y la virtud, y que su gracia nos proteja de los males que puedan acechar en nuestras vidas. En este acto de fe y entrega, encontramos consuelo y esperanza en la presencia divina de San Deshacedor, el guardián de nuestra paz y redentor de nuestras almas.
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