Oración de San Benito en latín

En tiempos de incertidumbre y desafíos, la fe se presenta como un pilar fundamental para muchos. Nos ofrece refugio, fortaleza y dirección, guiándonos a través de las tormentas más feroces y oscuros abismos de la vida. A medida que navegamos por los mares tumultuosos de la existencia, es esencial tener un faro que nos ilumine el camino y nos proporcione esperanza.

Así como un marinero confía en la luz de un faro para guiar su barco en una noche oscura, nuestra alma busca orientación en símbolos y oraciones que han resistido la prueba del tiempo. Entre estos símbolos sagrados, la Cruz del Santo Padre Benito ha sido un estandarte de protección y guía para innumerables almas a lo largo de los siglos.

Esta oración que se presenta a continuación, es un testimonio de la confianza y devoción que muchos sienten hacia este símbolo sagrado. Un reflejo de la esperanza que brinda y la paz que otorga en momentos de desesperación y prueba.

 

En el recinto sagrado
del silencio profundo,
donde el alma encuentra
su refugio en este mundo.

 

La mente busca claridad,
entre sombras y misterio,
invoco a la cruz sagrada,
del Santo Padre Benito.

 

Luz que guía mis pasos,
en medio de la oscuridad,
tiñe el camino a veces,
de dudas y de ansiedad.

 

Cruz resplandeciente y fiel,
símbolo de amor inmenso,
de una fe inquebrantable,
que en mi pecho llevo dentro.

 

"Va de retro, Satanás",
clamo con fervor y certeza,
recordando palabras ancestrales,
fortaleza en mi cabeza.

 

Mariposas oscuras revolotean,
engaños en ropajes veraces,
susurros y promesas vacías,
tentaciones que se hacen audaces.

 

Pero tu poder, Cruz Santa,
es el escudo en mi vida,
me fortalece y guía,
alejándome de cualquier herida.

 

No permitas al dragón,
ese monstruo de la duda,
tener poder sobre mí,
o que su sombra me salude.

 

Que su rugido ensordecedor,
sea ahogado por el canto,
de ángeles y melodías,
alejando todo espanto.

 

Apártate, entidad maligna,
que buscas desviarme sin cesar,
"Nunca ansíes mi mano",
con valentía puedo declarar.

 

Aunque me sienta débil,
con un poder grande cuento yo,
reside en la cruz y fe,
es la oración que en alto lanzo yo.

 

Ilusiones en el desierto,
tentaciones de fulgor efímero,
conozco su verdadera naturaleza,
y no caigo en su juego pérfido.

 

"Bebe tu mismo veneno",
a sus insinuaciones contesto,
que se ahogue en maldad,
mientras mi alma al cielo es elevado gesto.

 

Cruz del Santo Padre Benito,
en ti encuentro consuelo y paz,
guía, escudo y fortaleza,
en cada lucha y amenaza voraz.

 

No permitas que me desvíe,
o en trampas del enemigo caiga,
que siempre actúe con rectitud,
y en tu luz siempre halla.

 

En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo,
encomiendo todo mi ser,
en cada suspiro, en cada canto.

 

Que la cruz del Santo Padre Benito,
ilumine siempre mi camino,
y cuando el trayecto sea áspero,
sea tu luz mi destino. Amén.

 

Como hemos recorrido las palabras profundas y resonantes de esta oración, es evidente que la fe, en sus diversas formas, tiene el poder de transformar y sanar. No es solo un conjunto de creencias, sino una relación viva y dinámica con lo divino, que nos guía y protege en cada paso que damos.

Recordar la presencia de la Cruz del Santo Padre Benito en nuestra vida, no es solo recordar un símbolo, sino invocar la fuerza y protección que representa. Es un llamado constante a la humildad, al amor y a la perseverancia en la fe.

Que cada vez que recitemos o reflexionemos sobre esta oración, sintamos el abrazo reconfortante de la divinidad, y recordemos que, pase lo que pase, no estamos solos en este viaje. Con fe y determinación, superaremos todos los desafíos y alcanzaremos la paz eterna.

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