Santo Tomás de Aquino oración para el amor
En los momentos más desafiantes de la vida, buscamos guía y claridad en nuestra fe. La religión ha sido, desde tiempos inmemoriales, el faro que ilumina los caminos oscuros, ofreciendo respuestas a los misterios más profundos del corazón humano. Y es en esta encrucijada emocional donde las enseñanzas de los santos cobran especial relevancia.
Santo Tomás de Aquino, una de las figuras más ilustres de la Iglesia Católica, ha dejado un legado impresionante a través de sus obras teológicas y filosóficas. Su entendimiento del amor, la razón y la fe es un testimonio de la capacidad humana para conectar con lo divino. Al evocar su sabiduría, no solo buscamos respuestas sino también consuelo y dirección en nuestras vidas.
El amor, esa fuerza indescriptible que mueve montañas y desafía la razón, a menudo requiere de una luz divina para ser comprendido en su totalidad. A través de este ruego, se busca entender la naturaleza de un sentimiento que a menudo es tan elevado como esquivo, y qué mejor guía que Santo Tomás, un verdadero custodio de los amores puros.
Oh Divino Todopoderoso,
cimiento eterno de toda existencia,
que gobernáis reinos y protegéis a los débiles,
que sanáis a los enfermos
y consoláis a los desolados.
En este momento me presento ante Vos,
no solo como fiel seguidor,
sino también apelando
a la intercesión de Santo Tomás de Aquino,
ese ilustre patrono de la inteligencia
y custodio de los amores verdaderos.
A él, que con su prodigiosa sabiduría
entendió el alma humana,
las complejidades del amor
y el peso de las dudas,
le pido que guíe mi entendimiento
en esta encrucijada sentimental.
Madre Santa, símbolo máximo del amor puro
e incondicional,
te agradezco por cada bendición otorgada,
por la vida, por la salud
que me adornan cada día
y por la nutrición que sustenta mi existencia.
Pero esta vez, mi alma clama
por una comprensión más profunda,
por discernir si este amor que siento
es verdadero,
si las palabras susurradas entre sombras
son sinceras o solo un espejismo del deseo.
Porque, aunque siento que se esconde
en los recovecos del día
y me persigue en las sombras de la noche,
el miedo al engaño oscurece
la alegría de nuestros encuentros.
Oh eminente Santo Tomás,
con tu vasto entendimiento y comprensión
de los sentimientos humanos,
ayúdame a descifrar las intenciones ocultas.
Me aferro a tu enseñanza
de que el amor genuino crece
ante las adversidades,
mientras que el falso se marchita.
¿Será, entonces, que este amor que siento
es de aquellos que, con cada prueba,
con cada dificultad, no hace más que fortalecerse?
En ti confío, Santo Tomás,
para que me concedas la claridad
en este laberinto sentimental.
Que pueda reconocer las señales
del amor verdadero y distinguirlo
de un simple capricho del destino
que pueda romper mi corazón.
Ilumina mi entendimiento
para que pueda comprender
si esta persona que se oculta
ante la luz del sol pero reclama mi amor
en la penumbra, realmente alberga
sentimientos genuinos hacia mí.
Pero más allá de la sabiduría y la comprensión,
te ruego, Santo Tomás, intercede por mí.
Haz que mis plegarias sean escuchadas
y que pueda reconciliarme con el ser amado.
Pide en las alturas para que este amor renazca,
más fuerte y verdadero, para que juntos
podamos caminar por la misma senda
y enfrentar las adversidades
con renovada pasión y entendimiento.
Así, con fe y esperanza, elevamos nuestras suplicas,
confiando en que con la ayuda del Espíritu Santo,
y la intercesión de todos los santos
y seguidores fieles, se nos otorguen
los dones necesarios para fortalecer este amor.
Don de fortaleza para superar obstáculos,
don de bondad para cuidarnos mutuamente,
don de sabiduría para comprendernos,
y el don del temor a Dios
para mantenernos en el camino recto.
Oh Santo Tomás de Aquino,
no me abandones en este sendero del amor.
Guíame, enséñame a ser mejor
y dame la fortaleza para no desistir.
Que la misericordia del Señor brille
en esta relación y nos permita encontrar
la felicidad y la paz que tanto anhelamos.
Amén.
La fe tiene la virtud de iluminar incluso los rincones más oscuros del alma, brindando esperanza donde parece no haberla. Al elevar nuestras peticiones, no solo buscamos una respuesta, sino también un encuentro más profundo con el divino, un acercamiento que fortalezca y purifique nuestra esencia espiritual.
Al final de este ruego, lo que prevalece es el deseo sincero de amar y ser amado con una pureza que solo puede ser otorgada desde lo más alto. Y en ese anhelo, la intervención de Santo Tomás de Aquino, junto con la gracia divina, puede ser el puente que conecte dos almas en un amor trascendental.
Que la misericordia divina, guiada por las enseñanzas y la intercesión de los santos, continúe siendo la brújula que nos dirija hacia un amor auténtico, uno que refleje la grandeza y bondad del Creador en cada gesto, palabra y sentimiento.
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