Oración de la serenidad San Francisco de Asís

En los momentos más oscuros, cuando la confusión y el temor parecen dominar, la fe emerge como un faro, guiando a las almas perdidas hacia un puerto seguro. Las oraciones y devociones a los santos no son simplemente recitaciones; son diálogos íntimos, conexiones espirituales que trascienden lo terrenal y nos acercan al divino.

San Francisco de Asís, con su profunda conexión con la naturaleza y su dedicación incansable a los menos afortunados, ha sido una fuente de inspiración para muchos a lo largo de los siglos. Su vida, marcada por el amor incondicional y la humildad, nos invita a reflexionar sobre nuestras propias acciones y a encontrar la divinidad en los momentos más simples.

Antes de sumergirnos en esta oración, es esencial abrir nuestros corazones, liberarnos de las expectativas y permitir que las palabras nos envuelvan, llevándonos a un espacio de introspección y comunión con el Todopoderoso.

 

Oh virtuoso San Francisco de Asís,
luminoso instrumento del Señor,
en este mundo tan remoto y gris,
vengo ante ti en súplica y fervor.
Buscando serenidad y claridad,
en tiempos de incertidumbre y desazón,
en esta danza terrenal y de ciudad,
ayúdame a hallar mi verdadera misión.

 

Cada día nos trae un desafío nuevo,
en estos tiempos busco tu consejo.
Para vivir en el presente, aquí y ahora,
valorando cada instante, cada hora.
Oh Gran San Francisco, con amor y humildad,
te arrodillaste ante el Altísimo en verdad.
Concédeme valentía y discernimiento,
para transformar mi vida y encontrar aliento.

 

En este mundo, peregrino me siento,
errante y falible, en constante movimiento.
Pero aspiro a ser como tú, sin cesar,
llevando esperanza donde quiera que vaya a andar.
Que busque consolar y comprender,
amar sin esperar nada a cambio, así deberé ser.
Porque es dando que recibimos más,
y en el acto de perdonar, hallamos la paz.

 

Tú, San Francisco, amante de la naturaleza,
viste en cada ser, una singular belleza.
Guíame para liberar mi mente y corazón,
de ataduras y cadenas, dándome tu bendición.
Deseo seguir tus pasos, en luz y compasión,
y ser, aunque efímero, un reflejo de tu devoción.
Confío en que, con tu ayuda, hallaré la fortaleza,
para enfrentar la vida y sus inciertas rarezas.

 

Oh San Francisco, patrono de los más humildes,
que ven en la naturaleza, los actos más nobles.
Guíame a encontrar refugio y belleza diaria,
en el susurro del viento, en la melodía fluvial.
En momentos de duda o desesperanza profunda,
cuando la fe flaquea y la visión se inunda,
recuérdame tu legado, lleno de luz y verdad,
para ser faro en este mundo, en amor y en bondad.

 

Con estos pensamientos, mi compromiso renuevo,
de seguir tus enseñanzas, sin miedo ni reserva alguna.
Deseo ser un instrumento de la paz divina,
que en cada acto y palabra, la esperanza se adivina.
San Francisco de Asís, a ti me entrego con fe,
confiado en que, con tu guía, hallaré mi sitial.
Amén.

 

La oración no es solo un acto de devoción; es una herramienta poderosa para el cambio, un camino hacia la comprensión y una expresión del anhelo humano de conectarse con algo más grande que uno mismo. Al invocar la intercesión de San Francisco de Asís, no solo buscamos su guía y protección sino también un recordatorio de la belleza intrínseca y la santidad de toda la creación.

Mientras continuamos nuestro viaje espiritual, es fundamental recordar que no estamos solos. Con el apoyo de los santos, la gracia divina y nuestra propia determinación, podemos superar las adversidades y encontrar significado y propósito en cada experiencia. Que esta oración sirva como un recordatorio de la infinita misericordia y amor que nos rodea, y que cada palabra pronunciada nos acerque más al corazón de la divinidad.

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