Oración a San Simón para el puro

En tiempos antiguos y modernos, la humanidad ha buscado siempre la guía y el consuelo de aquellos seres superiores que velan por nosotros. San Simón, un santo venerado y celebrado, se destaca como un faro luminoso que ilumina nuestras vidas en los momentos de oscuridad. Al recurrir a él, encontramos refugio, paz y un amor incondicional que nos recuerda que no estamos solos en este mundo.

Las oraciones, esos diálogos sinceros y profundos entre el hombre y lo divino, se convierten en herramientas poderosas para conectar con aquello que es eterno y trascendente. Al elevar nuestras plegarias, transmitimos nuestras inquietudes, esperanzas y deseos, confiando en que serán escuchadas y atendidas por aquellos a quienes invocamos. Es en esta confianza donde reside la verdadera fuerza de la oración.

A continuación, nos sumergiremos en una súplica devota a San Simón, donde cada palabra y cada verso es un testimonio de fe y devoción. Al leerla, que cada uno sienta la profundidad de la relación entre el devoto y el santo, y que esta oración sirva como inspiración y guía para todos aquellos que buscan encontrar un camino hacia lo divino.

 

Venerado San Simón,
fuente perpetua de bondades,
sublimes y conocedor profundo
de las tribulaciones humanas.

 

Me presento ante ti,
imbuido de fe indomable,
de esperanza inquebrantable,
buscando tu intercesión sagrada.

 

He cometido faltas, errado,
quizás por esos desaciertos,
no merezco tus bendiciones,
pero anhelo tu perdón y gracia.

 

Con el corazón abierto y sincero,
pongo ante ti mis penas y desventuras,
deposito en tus manos mis sufrimientos,
esperando tu poder milagroso.

 

Tu intervención se ha mostrado,
en numerosos milagros sin par,
el 28 de octubre, fecha sagrada,
te manifestaste en tierra guatemalteca.

 

Fieles congregados para alabarte,
testimonian tu presencia entre nosotros,
me postro a tus pies, San Simón,
anhelando la bendición de tu perdón.

 

Recuerdo el favor a tu amigo Felipe,
aquel humilde indígena bendecido,
imploro similar benevolencia,
que escuches mi súplica sincera.

 

Busco la magia del sagrado puro,
en nombre de santos venerados,
que este puro represente el ser,
al que deseo atraer con pasión.

 

A través de las virtudes sagradas,
de príncipes y santas muertes,
confío en tu guía y salvación,
por las almas en cementerios descansando.

 

Haz que mi espíritu se eleve,
libre de pesares y desespero,
que los invocados con el puro vengan,
buscando en mí consuelo y paz.

 

Oh, San Simón, cordero manso,
miel dulce, perro leal, serpiente cauta,
escucha mi plegaria, te prometo,
proclamar tu nombre a los vientos.

 

Desde mi alma, te imploro ferviente,
no desatiendas mi ruego sincero,
bríndame tu bendición divina,
y que mi fe en ti siempre perdure.

 

En tiempos de oscuridad y duda,
tú, San Simón, eres faro y guía,
tu nombre es refugio y fortaleza,
para las almas errantes y perdidas.

 

Siguiendo tus pasos y enseñanzas,
podremos encontrar la luz verdadera,
así, con fe y devoción renovada,
te agradezco y alabo por siempre. Amén.

 

Habiendo elevado nuestra plegaria, es esencial recordar que la oración es más que palabras y versos. Es un acto de entrega, un compromiso de corazón y alma, y un testimonio de nuestra inquebrantable fe. San Simón, al igual que otros seres de luz, escucha cada palabra y siente cada emoción que vertemos en nuestra súplica.

Esperanza, devoción, amor y fe, son los cimientos sobre los que se construye esta oración. Y así, cuando volvemos a nuestro diario vivir, llevamos con nosotros el eco de estas palabras, la certeza de ser escuchados y el confort de la protección divina.

Que cada uno de nosotros continúe buscando la guía y el apoyo en San Simón, manteniendo viva la llama de la fe y recordando que, en cada momento de duda o desesperación, existe un santo esperando para ofrecernos su mano. Que la paz y la gracia nos acompañen siempre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Qué te pareció este artículo?

Subir