Oración a San Simón muy milagrosa

En los momentos de tribulación y búsqueda espiritual, nos volcamos hacia las entidades divinas que han acompañado a la humanidad a través de las eras. La figura de San Simón, venerada y respetada, ha sido un faro de esperanza para muchos, un refugio en tiempos de tormento.

La fe, un pilar fundamental de nuestra existencia, no se trata simplemente de creencias sin fundamento, sino de una convicción arraigada en la experiencia humana, en los testimonios de aquellos que han sentido su presencia y han sido testigos de sus milagros. Es a través de esta fe que nos acercamos hoy, buscando guía y protección.

 

Poderoso y benévolo San Simón,
Venerado y adorado por multitudes,
Acudo ante tu misericordiosa presencia
Con una fe incuestionable y profunda.

 

Aquella fe que, según Santo Tomás,
No necesita de explicaciones para creer,
Me presento humildemente ante ti,
Reconociendo cada falta y desatino.

 

Como ser humano, he errado,
Y quizás sienta no ser digno,
De tus divinas bendiciones y luz,
Pero confío en tu inagotable bondad.

 

Eres tú, San Simón, protector firme,
Quien con amor nos resguarda y guía,
Te imploro que mires mi ser,
Y encuentre refugio en tu gracia pura.

 

Depositando en tus manos mis pesares,
Espero tu sabiduría y tu poder,
Que ofrezcan solución y alivio,
A mis problemas, materiales y del alma.

 

A lo largo de los siglos, tu poder resplandece,
Como aquel 28 de octubre en Guatemala,
Donde fieles te honran con fervor,
Recordando tu presencia y milagros dados.

 

Entre ellos, la ayuda a Felipe resalta,
Al indígena al que generosamente bendijiste,
Como él, acudo buscando apoyo divino,
No para riquezas, sino sabiduría y guía.

 

Para administrar y proveer con amor,
A mi familia y seres queridos,
La sagrada escritura habla claro:
"La fe sin obras está muerta".

 

Listo para luchar y trabajar,
Bajo tu protección y guía celestial,
Es esencial vivir con acciones verdaderas,
Reflejando fe, amor y comprensión sincera.

 

Varus Espinoza lo dijo con certeza,
Quien tiene fe no busca explicaciones,
Me comprometo a ser reflejo de ella,
Actuando con rectitud en cada gesto y mirada.

 

En este acto de humildad y devoción,
Imploro tu bendición y protección,
Conociendo mis fallos, confío en ti,
Sabiendo que siempre estarás aquí.

 

Que la luz divina ilumine cada paso,
Siendo testimonio de fe y amor eterno,
Gracias, San Simón, por escuchar mi ruego,
Y permitirme ser portador de tu mensaje sagrado. Amén.

 

Así como la luz del alba da paso a un nuevo día, nuestras oraciones y devociones renuevan nuestra fe y esperanza en el camino espiritual. Cada palabra pronunciada, cada sentimiento vertido, refuerza el lazo inquebrantable entre el ser humano y lo divino.

San Simón, al igual que muchas otras figuras sagradas, nos recuerda la importancia de la humildad, la comprensión y el amor incondicional. Al elevar nuestras plegarias, no sólo buscamos soluciones a nuestras tribulaciones, sino también un sentido y propósito más profundo en nuestras vidas. Que cada paso que demos, guiados por la fe, sea un testimonio de la gracia divina que nos ha sido otorgada.

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