Oración a San Silvestre para atraer al ser amado

A lo largo de la historia, la humanidad ha buscado refugio en la fe, especialmente en tiempos de adversidad. En este viaje, los santos han sido pilares de esperanza y guía para muchos. Una figura que destaca particularmente entre estos es San Silvestre del Monte Mayor. Su vida y legado han inspirado a generaciones a enfrentar desafíos con valentía y convicción.

San Silvestre no es solo un santo en el panteón de los grandes, sino un símbolo de protección y devoción. Su capacidad para conectar lo terrenal con lo divino ha proporcionado alivio y dirección a incontables almas perdidas. Al reflexionar sobre su poder y su intercesión, esta oración busca no solo el alivio personal, sino también la comprensión del poder transformador del amor y la fe.

 

Glorioso San Silvestre, acudo a ti en este instante,
De desespero y dolor.
Busco tu guía incesante,
Y apoyo sin condición.

 

San Silvestre, mi corazón
En tristeza ha de morar.
Siento el amor desvanecer,
Pasión lejos, sin lugar.

 

No es capricho ni espejismo,
Es sentimiento genuino y real.
Me mantiene en el abismo,
De noches sin final.

 

Te ruego, Santo poderoso,
Ilumina mi oscuro andar.
Dame fuerza en este poso,
Y a mi amado, hazme hallar.

 

Recuerdo tus hazañas grandes,
Culebra y culebrón ataste tú.
Doncella y varón uniste,
Tu poder, de todos es conocido.

 

Te pido, con fervor y humildad,
Préstame tu luz celestial.
Supera barreras, sin piedad,
Y a mi amado, haz regresar.

 

Oh San Silvestre, aleja males,
De nuestro amor, verdadero y leal.
Fortalece los lazos que tales,
Nos unen en este mundo terrenal.

 

Permíteme soñar sin cesar,
Momentos juntos, sin final.
En adversidad, poder hallar,
Apoyo, amor y un bienestar.

 

Imploro también, santo querido,
Trabaja en su corazón herido.
Que regrese a mí decidido,
Con amor renovado y sin olvido.

 

Reconozco que el amor es un viaje,
Difícil y con desafíos sin parar.
Pero con tu guía, sin desplante,
Todo obstáculo podremos saltar.

 

San Silvestre, bendícenos hoy,
Como al Monte Mayor en su esplendor.
Haz nuestro amor, fuerte y soy,
Un santuario de pasión y fervor.

 

En incertidumbre y desesperanza,
Sé tú nuestra brújula y esperanza.
Que tu luz nos guíe en bonanza,
Y nos motive a seguir, sin tardanza.

 

Te prometo, glorioso protector,
Honraré tu bondad sin error.
Agradezco, desde el corazón,
Por escuchar mi oración.
Amén.


Al concluir esta plegaria, uno no puede evitar sentir el peso y la profundidad del amor. Es una fuerza que impulsa, desafía y, en ocasiones, duele. Pero, con la intercesión de figuras tan poderosas como San Silvestre, encontramos la fuerza para perseverar y mantener la esperanza viva.

Cada palabra pronunciada en oración es un recordatorio del poder del compromiso y la devoción. Que esta oración sirva como un testimonio del deseo humano de conectar, de amar y de ser amado en retorno. Y que, bajo la guía y protección de San Silvestre, podamos continuar nuestra jornada, llevando siempre en el corazón las enseñanzas y bendiciones obtenidas.

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