Oración a San Nicolás de Bari los lunes

En los momentos más cruciales de nuestra existencia, cuando las sombras del miedo y la incertidumbre amenazan con oscurecer nuestro espíritu, es cuando más buscamos refugio en nuestra fe. No es simplemente una creencia, sino un vínculo sagrado que nos conecta con algo más grande que nosotros mismos, ofreciéndonos guía y fortaleza en tiempos de tribulación.

La devoción no es una simple tradición pasajera, sino un legado perpetuo que ha sido transmitido de generación en generación. En este acto sagrado, nos conectamos no solo con el Divino, sino también con nuestros antepasados, quienes también buscaron consuelo y guía en los mismos ideales y creencias. La oración que sigue es un testimonio de esta conexión eterna y de nuestra inquebrantable fe en las promesas divinas.

 

San Nicolás de Bari, aunque en días pasados
mi espíritu se sintió envuelto
en tempestades,
oscurecido por nubarrones
de desesperanza y desasosiego,
en este momento,
frente a ti, deseo quebrantar
todo rastro de negatividad.

 

La vida a veces nos sumerge
en pruebas que parecieran aplastar
toda chispa de esperanza,
y en esos momentos, te confieso
que mi fe ha vacilado,
la esperanza ha menguado
y mi entrega ha sido menor.

 

Sin embargo, aquí me hallo,
postrado ante tu divina presencia,
reconociendo que en algún punto
del camino, perdí ese brillo
interno que una vez
caracterizó mi existencia.

 

Tú, glorioso San Nicolás,
mi especial protector,
desde ese trono de divina gracia,
te suplico que dirijas
tu mirada misericordiosa
hacia este siervo.

 

Necesito sentir, una vez más,
esa fuerza divina que emana de ti,
para que ilumine y transforme
mis momentos de oscuridad
en lecciones de vida.

 

En ti he hallado consuelo
en tiempos memorables y es por ello
que, en esta situación particular,
vuelvo a depositar mi vida,
mis esperanzas y mis anhelos
en tus manos sagradas.

 

Reconozco que este sendero
que he trazado está plagado
de desafíos. No obstante,
tengo fe en que, con tu bendición
y guía, podré superar
cada obstáculo, romper
todas las barreras y enfrentar
con valentía y determinación
cada uno de los retos que se presenten.

 

He sido testigo de cómo,
con tu intercesión, personas
que parecían perdidas han encontrado
un propósito renovado,
una fuerza inquebrantable
que las ha llevado a actuar
con convicción y pasión.

 

Ruego que derrames sobre mí
esa misma protección,
ese sagrado manto que solo tú
puedes otorgar, y que me permitas
sentir la seguridad y confianza
necesarias para enfrentar
cualquier adversidad.

 

Mi devoción hacia ti es genuina
y desde lo más recóndito de mi corazón,
te garantizo que pocas veces
me he sentido tan inspirado como ahora.

 

Concédenos la gracia, a mí
y a todos aquellos que te invocan,
de sentirnos acompañados y amparados
por tu divina presencia
en cada paso de nuestra travesía.

 

Oh glorioso San Nicolás,
intercede por nosotros ante el Padre Celestial.
Que podamos mantener nuestra fe incólume,
que nuestra confianza en el Divino Creador
crezca día a día, y que seamos
capaces de amar y servir
a nuestro prójimo con un corazón
generoso y humilde.

 

Que seamos dignos de recibir
las bendiciones y promesas
del Señor Jesucristo.

 

Padre amado, al final
de este acto de comunión contigo,
te pido con humildad
que siempre estés alerta
a las súplicas de este siervo
y de todos aquellos que buscan
tu divino refugio.

 

Permítenos vivir en armonía,
alineados con el propósito divino
que has trazado para cada uno de nosotros.

 

Te pido, San Nicolás, que sigas siendo
nuestra guía y protector,
y que nos bendigas con tu amor
y gracia infinitos. Amén.

 

Así, en la quietud de nuestros corazones y la sinceridad de nuestras almas, elevamos estas palabras no solo como un acto de devoción, sino como un puente que nos conecta con la esencia misma de la divinidad. Cada palabra pronunciada es un eco de la fe que reside en nuestro interior, un reflejo de nuestra eterna búsqueda de verdad y propósito.

Que cada individuo que recite esta oración encuentre consuelo y guía en su contenido, y que estas palabras sirvan como un recordatorio constante de la fuerza y gracia que se nos ha otorgado. Que siempre busquemos actuar con amor, compasión y valentía, inspirados por el amor divino que siempre nos rodea y guía en cada paso de nuestro viaje.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Qué te pareció este artículo?

Subir