Oración a San Nicolás de Bari para el trabajo
En la vasta tapeza del universo, donde millones de almas buscan consuelo y guía, emerge una figura luminosa y protectora que, desde tiempos inmemoriales, ha sido faro para muchos: San Nicolás de Bari. Su legado, no sólo como obispo sino también como milagroso intercesor, ha dejado una huella imborrable en la fe de los creyentes.
Esta oración que nos disponemos a compartir no es meramente una súplica. Es un reconocimiento de la bondad inagotable y la caridad sin límites de este santo, que siempre ha estado dispuesto a tender una mano en los momentos más oscuros. Nos unimos en fe y esperanza, elevando nuestros corazones y nuestras necesidades, confiando en que, a través de su mediación, se nos brinde la luz y guía necesarias en nuestra travesía terrenal.
Oh glorioso y bendito
San Nicolás, protector poderoso
y fiel mediador, desde el lugar
preferente que ocupas junto
a la Divina Gloria,
donde eres merecedor
de la presencia eterna de Dios,
te imploro que vuelvas tu mirada
compasiva hacia mí.
Desde tu trono de bendición,
reconocido por tu interminable amor
y bondad, escucha mi ruego,
pues me encuentro en una encrucijada
de necesidades tanto espirituales
como temporales.
Querido San Nicolás,
especial abogado y refugio de los afligidos,
tú que conoces las adversidades
que mi familia y yo enfrentamos,
te pido fervorosamente
que intercedas por nosotros,
especialmente en nuestras dificultades
económicas y laborales.
Ayúdanos a encontrar el trabajo
próspero que necesitamos
para sostener a nuestra familia.
Tú, que has sido testigo de nuestras luchas,
sabes cuán esenciales son
estas peticiones para nuestra vida y paz.
Te suplico con fe y esperanza,
basándome en los testimonios
de aquellos que han sido beneficiados
por tu generosidad y exclaman con certeza:
"Pide al buen San Nicolás,
él siempre te ayudará".
En este momento de incertidumbre,
te invoco con humildad para que,
con tu gran caridad y poderoso patrocinio,
alcances del Señor misericordioso
las gracias y auxilios que son
cruciales para mis circunstancias actuales.
A ti, que socorres con amor
a los desfavorecidos, confortas a los débiles,
alivias a los desamparados y defiendes
a los oprimidos, te ruego que tomes
mis súplicas y las presentes ante
la Divina Piedad.
Que Dios, en su infinita clemencia,
atienda lo que por tu mediación pido,
no solo las soluciones temporales que anhelo,
sino también aquellas bendiciones
que guiarán mi alma hacia la eterna salvación.
Glorioso y santo obispo San Nicolás,
en tu infinita sabiduría y poderosa intercesión,
reconduce a aquellos que se han desviado
del camino de la salvación,
aquellos sumidos en el pecado,
la ignorancia, y las sombras del error.
Fortalece a los temerosos, da salud
a los enfermos, y que todos podamos
experimentar el inmenso poder
de tu intervención divina
ante el Supremo Dador de toda gracia.
Eternamente, te alabaré y te agradeceré
por tu intercesión. Rogamos que nos guíes
por el camino recto de la salvación,
que nos bendigas y nos guardes
bajo tu protectora mirada.
Por último, elevamos esta oración
en el nombre de Jesucristo,
nuestro Señor y Salvador,
confiando en que, a través de tu mediación,
nuestras peticiones serán atendidas. Amén.
Al finalizar este acto de devoción, nos encontramos con un renovado sentimiento de esperanza y gratitud. No sólo porque hemos elevado nuestras súplicas al cielo, sino también por el profundo consuelo de saber que un amigo celestial escucha y aboga por nosotros. San Nicolás de Bari, en su bondad y misericordia, es ese amigo inquebrantable.
Que nuestra fe se fortalezca y nuestro camino se ilumine con cada palabra pronunciada en oración. Y, al encomendarnos a la protección de San Nicolás, recordemos siempre que no estamos solos en nuestras luchas. La divina providencia, a través de sus santos, siempre está dispuesta a ofrecer su mano, su consuelo y su guía.
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