Oración a San Marcos de León para quitar la rabia

En el vasto mundo espiritual, hay figuras sagradas que han dejado huellas imborrables en la historia de la humanidad. San Marcos de León, más allá de ser conocido como uno de los evangelistas, simboliza la fuerza de la palabra y la persistencia en la fe.

Los hombres y mujeres de todas las épocas han encontrado en él un refugio, un intercesor, en los momentos de tribulación. Su historia, sus escritos y su conexión con lo divino, nos muestran un camino de esperanza y de transformación interior.

Por eso, cuando nos encontramos en la encrucijada de la vida, cuando la desesperanza nos acecha o sentimos que nos ahogamos en un mar de sentimientos encontrados, es a figuras como San Marcos de León a quienes recurrimos para encontrar luz, guía y, sobre todo, esperanza.

 

Oh Padre celestial,
infinito en misericordia y amor,
recurro a ti, consciente de mi vulnerabilidad
y necesidad de intercesión.

 

San Marcos de León, gran protector,
que dominaste fieras y enemigos
por la gracia y fortaleza del Señor,
vengo a ti con brazos alzados,
signo de mi rendición y necesidad de liberación.

 

Siento una lucha que asedia
el recóndito de mi ser.
Una raíz de amargura e ira,
que amenaza con consumir mi corazón y mente,
me contamina y perturba mis días y noches.

 

Reconozco este enojo,
esta amargura que aflora en mi alma,
confieso mi debilidad y me arrodillo,
pidiendo la liberación y el perdón.

 

Tú, San Marcos, que evitas
la desgracia del dragón
y sometiste las fieras con humildad y confianza,
te imploro: libérame de estos sentimientos negativos,
desentona toda fealdad de ira, saca de mí
todo lo que no agrade a Dios.

 

San Juan, amigo de Cristo,
y tú, Espíritu Santo, fuentes eternas
de gracia y misericordia, intercedan por mí.
Que los ojos malévolos no me miren,
que las manos hostiles no me toquen,
y que las lenguas venenosas no pronuncien
palabras contra mí.

 

Si alguien desea hacerme daño,
que la paz de Cristo, la paz
que supera todo entendimiento,
lo inunde y lo aleje de mí.

 

San Marcos de León, valiente domador de fieras,
justamente como aplacaste la ira del león
y lo pusiste a tus pies, te pido
que calmes a aquellos que buscan mi daño.
Amánsalos, domínalos y guárdame
bajo tu escudo protector.

 

Creo en Dios, Padre todopoderoso,
y en Jesucristo, su único hijo,
que por nosotros padeció y resucitó,
vencedor de la muerte.
Creo en el Espíritu Santo, que actúa
y mueve a la Iglesia, y nos guía a la verdad plena.
La santa Iglesia Católica es testigo
de este amor y de esta misericordia
que supera toda amargura y maldad.

 

Confiado en tu intercesión, San Marcos,
y en la del Padre celestial, sé que
mi corazón será liberado, mi mente será purificada
y toda cadena de opresión será rota.

 

Gracias, Dios Todopoderoso, por tu amor inmenso
y por siempre darnos la oportunidad de redención.
Gracias, San Marcos de León, por tu intercesión invaluable.
Con esperanza, amor y fe, pronuncio este amén.

 

Las palabras, los ritos y las oraciones son manifestaciones del alma humana que busca conectar con lo divino. San Marcos de León, a través de sus escritos y su intercesión, sigue siendo una guía para todos aquellos que buscan encontrar paz en medio del tumulto.

En la oración anterior, se evidencia la necesidad humana de encontrar refugio, de pedir protección y de entregarse a un poder superior que nos guía y nos protege. Es un recordatorio de que no estamos solos en nuestros desafíos y que siempre hay una fuerza divina dispuesta a ayudarnos.

Que esta oración sirva como un catalizador para reafirmar nuestra fe, renovar nuestra esperanza y fortalecer nuestro compromiso de vivir conforme a los valores que nos hacen verdaderamente humanos. Que San Marcos de León siga intercediendo por todos nosotros.

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