Oración a San Juan Bosco para pedir favores y auxilio
En tiempos de tribulación y desafíos, la fe se erige como el faro que ilumina nuestras almas, mostrándonos el camino hacia el amor y la protección divina. Los santos, aquellos seres que han dedicado su vida a la causa celestial, sirven como intermediarios y guías en nuestra travesía espiritual.
San Juan Bosco, uno de esos luminosos seres, resplandece en la historia por su dedicación incansable a los jóvenes y su profunda devoción a María Auxiliadora. Como fundador de la orden salesiana, su legado vive hoy en cada rincón donde un salesiano lleva la palabra de Dios. En cada momento de duda o desesperanza, es a figuras como él a quienes acudimos, buscando orientación y consuelo.
Es en este espíritu de devoción y agradecimiento que nos acercamos a él con nuestras oraciones. Al elevar nuestras plegarias, no solo buscamos su intercesión, sino también una conexión más profunda con la divinidad y el propósito que nos ha sido encomendado en esta tierra.
Oh bienaventurado San Juan Bosco,
ardiente discípulo y apóstol incansable,
de la devoción a María Auxiliadora,
te acercaste a Ella con tanta fe.
Y fervor que, sin demora, Ella escuchó
tus súplicas y te mostró
su inquebrantable bondad.
En tu paso por este mundo,
tu corazón se desbordaba de compasión.
Hacia aquellos en aflicción,
a tal punto que no había alma
que se dirigiera a ti
sin ser acogida y atendida
con paternal bondad.
Hoy, desde la inmensidad de los cielos
donde ahora resides y donde
la divina misericordia brilla,
te suplicamos que dirijas
tu mirada compasiva hacia nosotros.
En este momento de necesidad y tribulación.
Porque sabemos que, incluso en la eternidad,
tu bondad y caridad no conocen límites,
y tu relación especial con María Auxiliadora,
aquella que tan bien te conocía.
Oh bondadoso y milagroso San Juan Bosco,
fundador de la orden salesiana
y firme defensor de la fe,
te pedimos que seas nuestro guía
en este momento de incertidumbre.
Ayúdanos a internalizar las verdades eternas,
ilumina nuestro camino cuando la oscuridad nos aceche,
y permítenos sentir el cálido amparo
de María Auxiliadora,
otorgándonos las bendiciones maternales.
En este instante, con humildad y sinceridad,
te presentamos nuestras preocupaciones
y peticiones, especialmente aquellas
que más pesan en nuestros corazones.
Depositamos en tus manos generosas.
Bienaventurado San Juan Bosco,
en ti depositamos nuestra fe y confianza.
Aunque estamos sumergidos en la incertidumbre,
creemos que con tu ayuda
y la intercesión de María Auxiliadora.
Así como guiaste con amor y determinación
a tantos jóvenes en su formación espiritual,
te imploramos, San Juan Bosco,
que nos guíes en nuestra jornada de fe,
especialmente en estos tiempos.
De igual forma, querido santo,
te pedimos que fortalezcas nuestra resiliencia
y determinación en la misión que Dios nos ha encomendado.
Que, a través de tu intercesión,
podamos experimentar la alegría.
Como un rayo de sol en el amanecer,
eres luz en la oscuridad de la fe.
Tu bondad, San Juan Bosco, es un refugio
para aquellos que buscan el amor de Dios
y la protección de María Auxiliadora.
Que nuestras vidas reflejen tu enseñanza
y que podamos seguir tu ejemplo.
Que en cada paso que demos,
tengamos presente tu legado y misión,
y que podamos transmitir tu amor.
San Juan Bosco, en ti encontramos la guía
para afrontar los retos del día a día.
Por eso, con corazón sincero y lleno de gratitud,
te agradecemos por tu intercesión
y te pedimos que sigas siendo nuestro protector. Amén.
Cada palabra pronunciada, cada petición elevada, nos acerca más al divino propósito que Dios tiene para nosotros. Al encomendarnos a San Juan Bosco, reafirmamos nuestra fe inquebrantable y nuestra esperanza en las promesas celestiales. Confiando en su bondadoso amparo, sabemos que no caminamos solos, sino acompañados por aquellos que han trazado el camino antes que nosotros.
Que nuestras vidas sean un reflejo de la luz que San Juan Bosco irradió en la tierra. Que, al enfrentar las tormentas y desafíos de la vida, recordemos su devoción y amor por María Auxiliadora y encuentremos en ellos la fortaleza para perseverar. Y que, al final de nuestros días, podamos mirar atrás y ver que, gracias a su intercesión y a nuestro compromiso con la fe, hemos dejado un legado de amor y esperanza para las generaciones venideras.
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