Oración a Santo Domingo de Guzmán cortas
En la vasta historia de la Iglesia, han surgido hombres y mujeres que, con su vida y obra, han marcado la senda de la fe y el compromiso con el Evangelio. Uno de tales gigantes espirituales, Santo Domingo de Guzmán, cuya vida es testimonio de la profundidad de su amor por Cristo y la Iglesia.
Nacido en tierras españolas, este santo se convirtió en un baluarte de la evangelización, enfrentándose a los desafíos de su tiempo con fervor y convicción. Su legado no se limita a las hazañas de su tiempo, sino que su influencia ha perdurado a lo largo de los siglos, siendo fuente de inspiración para muchos. La Orden de los Predicadores, fundada por él, ha sido instrumento de conversión y renovación espiritual para innumerables almas.
Santo Domingo, tú quien emergió como figura destellante,
en España y en todo el mundo entero,
eres la gloria de aquellos que buscan
guía en caminos del Señor.
Se cuentan prodigios sobre tu nacimiento,
divinamente marcado por mano de Dios.
Desde niño mostraste disposición amable,
iluminada por el Espíritu Santo.
Como fiel discípulo de Cristo, nos mostraste
que ser evangélico es vivir la Palabra,
transmitir a otros lo que se contempla,
y vive en comunión con Dios.
Fuiste fuerza transformadora, llevando
doctrina celestial a la tierra,
no solo con palabras, sino con vida,
que irradiaba verdad y esperanza.
Los milagros obrados a través de ti,
convirtieron almas a la fe católica,
reformando costumbres, fortaleciendo almas,
iluminando comunidades con tu guía.
Fundador de predicadores, tu misión
fue restaurar y llevar la buena nueva,
enfrentar adversarios con valor y fe,
siendo luz en tiempos oscuros.
Oh bienaventurado, en desafíos firmes,
confiaste en la providencia del Padre,
enseñaste a ser dócil, fuerte y sincero,
agradecido, esperanzado y humilde.
Con corazones esperanzados, nos acercamos,
solicitando tu intercesión y guía,
ayúdanos a vivir el amor divino,
a ser testigos veraces del Señor.
Al mirar tu vida, buscamos inspiración,
iluminar nuestra oración y estudio,
ser constantes en devoción y amor,
como tú, amar de manera incondicional.
En tus enseñanzas, hallamos guía y luz,
imitar pureza, caridad y devoción,
a la Virgen, con tu bendición y protección,
anhelamos seguir tus pasos en fe.
Oh glorioso Santo Domingo, hombre divino,
intercede por nosotros ante el Señor,
para responder con amor a Jesús,
y al final, unirnos en gloria celestial. Amén.
Así, tras reflexionar sobre la vida y obra de Santo Domingo, nos encontramos ante un hombre que vivió plenamente su fe, siendo un auténtico discípulo de Cristo. Sus enseñanzas y ejemplos nos invitan a reavivar nuestro compromiso bautismal, buscando siempre vivir según el Evangelio y transmitirlo con autenticidad a las generaciones venideras.
Como cristianos, estamos llamados a seguir los pasos de aquellos que nos han precedido en la fe. Santo Domingo, con su ardor apostólico y devoción, nos muestra un camino lleno de luz y esperanza. Que su vida nos inspire a perseverar en la oración, a ser fieles al mensaje de Cristo y, con el favor divino, a un día alcanzar la vida eterna junto a él en el Reino Celestial.
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