Oración a San Silvestre bendito del Monte Mayor

En el inmenso cosmos de la fe, nos encontramos buscando guías que iluminen nuestro camino y ofrezcan protección en los momentos de adversidad. Los santos, con sus acciones y milagros, se han convertido en faros de esperanza, siendo San Silvestre uno de los más venerados y amados.

Desde tiempos inmemoriales, las oraciones han sido la conexión directa con lo divino, un puente entre lo terrenal y lo celestial. Y hoy, nos congregamos con el propósito de invocar a San Silvestre, no sólo para pedir su intercesión, sino para reconocer su grandioso legado en la historia cristiana.

Este santo, cuya vida estuvo marcada por el amor y la dedicación al prójimo, nos muestra que la verdadera fuerza reside en la humildad y en la fe inquebrantable en Dios. Al acercarnos a él a través de nuestras súplicas, buscamos ser tocados por su bendición y sentir la paz que sólo su presencia puede brindar.

 

Oh venerado San Silvestre
del Monte Mayor,
protector y guía
de nuestras almas,
te imploramos en esta
humilde súplica
para que nos envuelvas
con tu bendición divina,
salvaguardando nuestros hogares,
familias y corazones.

 

Tú que has conquistado
las alturas sagradas
y has triunfado ante
la brujería y la oscuridad,
te pedimos que nos libres
de los malhechores,
de aquellos que caminan
con odio y rencor,
de los chismosos y envidiosos,
y de todo aquello
que amenaza nuestra paz.

 

Que las veredas que recorremos
día a día bajo tu santa guía
estén libres de hombres
y mujeres que buscan dañarnos,
protegiéndonos de las injusticias,
de la magia negra
y de todas las fuerzas oscuras.

 

Con el corazón lleno de fe
y esperanza, te suplicamos,
San Silvestre, que con la compañía
de San José, San Lucas,
San Mateo y nuestro amado Jesucristo,
bendigas nuestra morada,
nuestra cama y cada rincón
donde nuestra familia encuentra refugio.
Que estos pilares santos
sean la fortaleza que necesitamos,
guiando nuestros pasos
y abrazándonos con su luz divina.

 

Nos abrazamos a tu cruz,
San Silvestre, para que con esos
antiguos clavos nos resguardes
y nos mantengas cerca del dulcísimo Jesús.
Y con la confianza depositada en Dios
y en la Santísima María,
conjuramos y alejamos
a toda presencia maligna
que busque dañarnos.

 

Te pedimos que intercedas
por nosotros, que alejes las sombras
y que nuestros enemigos,
tanto visibles como invisibles,
jamás encuentren fuerza
para vencernos.

 

Aclamamos tu poder,
San Silvestre, para que nuestras vidas
estén llenas de riqueza, salud,
bienestar y prosperidad.
Que nuestros caminos estén siempre
iluminados, claros,
y que en cada paso que demos,
tu protección nos acompañe,
asegurando nuestra felicidad.

 

Nos postramos ante ti,
glorioso protector de Monte Mayor,
intercesor preciado
que con amor y devoción
alejas lo que nos inquieta.
Te damos gracias por tu eterno amparo,
defensa y protección.
Confiamos ciegamente en tu capacidad
y en tu gran corazón,
sabiendo que, bajo tu manto,
estaremos siempre seguros
y bendecidos.
Amén.

 

Al finalizar nuestra plegaria, el espíritu se siente renovado y fortalecido. La intercesión de San Silvestre se manifiesta en el consuelo y la esperanza que sentimos, recordándonos que nunca estamos solos en nuestra travesía espiritual.

Cada palabra pronunciada en esta oración es un eco de las generaciones pasadas, y será la luz para las futuras. Es el reflejo de la fe inquebrantable de una comunidad que, unida, busca la guía y protección de lo alto.

Que esta oración sea un recordatorio constante de la presencia de Dios en nuestras vidas y de la intercesión de los santos como San Silvestre, quienes desde el cielo, velan por cada uno de nosotros. Que así sea, por siempre y para siempre.

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