Oración a San Patricio contra males físicos y espirituales
En la infinita esfera de nuestra existencia, nos encontramos con la inquebrantable realidad del poder divino y la inmensidad del amor de Dios. A través de los tiempos, las palabras han servido como puentes que conectan nuestra alma con lo eterno, abriendo un canal de comunicación entre el Creador y la creación.
La devoción que sentimos hacia lo divino no es solo un reflejo de nuestra fe, sino también un testimonio de la profundidad de nuestra conexión con lo eterno. Al sumergirnos en oraciones y reflexiones, buscamos la guía y la protección de Aquel que es más grande que todo lo que conocemos.
Las oraciones tienen el poder de transformar, de elevar nuestras almas y de conectarnos con la verdadera esencia de nuestro ser. Lo que sigue es una oración que encapsula nuestra necesidad de protección, guía y amor divino, un eco de la humanidad que busca la luz en medio de la oscuridad.
Me muevo con la fe,
Anclado por la presencia divina,
Dios, que me guía y sostiene,
Y con amor determina.
Siento su sabiduría,
Que ilumina mi camino sin cesar,
El ojo de Dios que observa,
Y su palabra que resonando, me va a hablar.
Veo la protección de sus ejércitos,
Celestiales y llenos de pasión,
Escudos de fe que me protegen,
De trampas y susurros de desazón.
Su amor, presente en los querubines,
La obediencia de los ángeles tan fieles,
Y el servicio constante de arcángeles,
Se convierte en mi coraza, entre los papeles.
La esperanza, sustentada por oraciones,
De los profetas y sus predicciones,
Las enseñanzas de los apóstoles,
Valor de mártires, pureza en sus acciones.
La creación se despliega ante mí,
Poder del cielo, luminosidad sin fin,
Brillo de la luna, resplandor del fuego,
Con rayo veloz y brisa que siento aquí.
El abismo del mar,
Y la solidez de la roca firme,
Todos testimoniando la grandeza,
De Dios, en el universo que confirme.
Me rodeo de su poder omnipresente,
Su sabiduría en cada paso y cada gesto,
Su mano que defiende, su escudo protector,
Y su amor, que en mi corazón es manifiesto.
Invoco a Cristo en cada momento,
Él que reside en mí,
Caminando y levantándome del suelo,
Con amor y pasión sin fin.
Pido protección contra adversidades,
Injusticia, engaño y contrariedad,
Que su presencia se manifieste,
En cada corazón, palabra y real veracidad.
Que la bondad llene mi ser,
Que la bendición fluya con amor,
Que mi corazón, lleno de comprensión,
Rechace el engaño, y cualquier error.
Con protección de Cristo,
Renuncio a espíritus que deseen mal,
Enviándolos a tinieblas,
Porque mi fe es el faro, mi señal.
Así, diariamente me revisto,
Con armadura espiritual de fe,
Lista para enfrentar batallas,
Con esperanza y sin que nada me despeje.
Porque la lucha no es tangible,
Sino contra fuerzas oscuras que acechan,
La coraza de San Patricio me protege,
Y en ella, fortaleza y esperanza cosechan.
Porque en la Trinidad y santos,
Encuentro refugio y una gran fortaleza,
Ahora y siempre, en cada paso,
Con amor, devoción y belleza.
Amén.
Al finalizar esta oración, nos encontramos en un estado de renovación espiritual. Las palabras que hemos pronunciado, sirven como un recordatorio de la omnipresente gracia de Dios y de su inquebrantable amor por nosotros. Aunque enfrentemos adversidades y desafíos en nuestra vida, la fe es nuestro faro, guiándonos a través de las tormentas más oscuras.
Que cada palabra, cada verso, resuene no solo en nuestros oídos, sino en el profundo abismo de nuestro corazón. Que sirva como un recordatorio de que no estamos solos, que el amor divino siempre está a nuestro lado, listo para guiarnos y protegernos.
A medida que continuamos nuestro viaje espiritual, que siempre llevemos con nosotros la esencia de esta oración. Que nos inspire a vivir con integridad, amor y devoción, y que nos recuerde siempre el inmenso poder de la protección divina que nos rodea en cada momento de nuestras vidas.
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