Oración a San Luis Beltrán católica

En la inmensidad de nuestra devoción y en el silencio de nuestros corazones, buscamos refugio y guía en las figuras sagradas que nos han acompañado a lo largo de la historia. Su legado, sus enseñanzas y su amor incondicional nos proporcionan una brújula en tiempos de incertidumbre, una luz que guía nuestro camino.

En este instante, nos reunimos en comunidad y en soledad, buscando el eco de aquellos santos y seres divinos que, con su gracia y bondad, han transformado nuestras vidas. Queremos acercarnos a la divinidad, abrazar las verdades que nos han sido transmitidas y refugiarnos en el amor que solo ellos, en su magnanimidad, pueden otorgar.

Por ello, nos sumergimos en esta oración, no como un simple recital de palabras, sino como un acto genuino de fe, un compromiso de nuestro espíritu que busca el encuentro y el diálogo con aquellos que habitan en el reino celestial. Esperamos que, a través de estas palabras, podamos conectar, comprender y, sobre todo, sentirnos amados y protegidos.


San Luis Beltrán, te imploramos con devoción,
Y fe sin cesación.
No miras la indignidad
De los que invocan tu santidad.
Reconociendo tu poder divino,
Aleja el mal, nos da el destino.

 

Ya sea por envidia, accidente,
O cualquier adversidad emergente.
Bendecimos a todas las criaturas,
Bajo la mirada de las alturas.
En nombre sagrado y poderoso,
De la Trinidad, tan misterioso.

 

Padre, Hijo y Espíritu Santo,
Tres en uno, un canto encanto.
Invocamos la protección de María,
Madre pura, que en alegría
Nos dio su amor y devoción,
Antes, durante y tras su gestación.

 

Su gloriosa encarnación nos recuerda,
La majestuosidad, la oferta.
De los misterios divinos, tan reales,
Que veneramos en rituales.
Tú, San Luís, fiel testigo,
De la verdad del abrigo.

 

Misionero ferviente y apasionado,
Has difundido a Dios, a cada lado.
Imploramos en tu generosidad,
Protección contra toda maldad.
Que la voluntad de la Trinidad,
Se manifieste en nuestra realidad.

 

Liberándonos de enemigos y envidia,
De toda adversidad que nos guía.
Tu piadosa esencia nos ha mostrado,
Que sanas el cuerpo y alma a tu lado.
Siendo guía y sanador espiritual,
A todos los que buscan el bien final.

 

Colocamos nuestra fe en ti,
Combatirás lo que nos desafíe.
Virtudes en sanación y guía,
Conduces nuestras almas cada día.
Con humildad, te pedimos sin cesar,
Que cuides a todos con tu mirar.

 

A aquellos con fe y esperanza,
Que con ángeles hallan bonanza.
Renovamos nuestra fe, la devoción,
Recordando a María, nuestra pasión.
Santa, sin pecado concebida,
Y a santos que interceden por nuestra vida.

 

Santa Gertrudis, San José,
San Roque, y Sebastián, también, ¿lo ves?
Fortalecen nuestra fe, día a día,
Con sus testimonios, llenos de alegría.
Invocamos la presencia de Jesús,
Nombre que nos llena de luz.

 

Donde se pronuncia con devoción,
El mal se disipa, sin distorsión.
En la palabra de Dios, confiamos,
Eterna y verdadera, sin engaños.
Con esperanza en tu intercesión,
San Luís, escucha nuestra oración.

 

Proclamamos el Credo, con amor,
Reafirmando nuestra fe, sin temor.
En Dios todopoderoso, lo creemos,
Y en Jesucristo, no nos detenemos.
Espíritu Santo, dador de vida,
Creemos en la Iglesia, tan querida.

 

Santa, católica y apostólica,
Y en la promesa, tan simbólica.
De la resurrección, la vida eterna,
En donde la fe siempre gobierna.
Con gratitud y fe, en ti confiamos,
Sellamos nuestra oración, y te aclamamos. Amén.

 

Al finalizar este acto de fe, sentimos la paz que solo la comunión con lo divino puede brindar. Hemos elevado nuestras voces, hemos abierto nuestros corazones y hemos sentido la calidez de la presencia divina, acariciando cada rincón de nuestro ser.

No solo hemos orado por nuestra salvación, sino también por el bienestar de nuestros seres queridos y de aquellos que, quizás en silencio, necesitan una mano amiga, una palabra de aliento. Nos reconforta saber que no estamos solos, que contamos con una red de seres celestiales dispuestos a interceder por nosotros.

Que esta oración no termine aquí, sino que sea el inicio de un camino lleno de esperanza y amor. Que cada palabra, cada pensamiento y cada acto esté imbuido de la gracia divina, guiándonos siempre hacia el bien, hacia la luz y hacia la eternidad.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Qué te pareció este artículo?

Subir