Oración a San Juan de Dios para un niño

En las profundidades de nuestra fe, encontramos figuras santas que, con su vida y sus obras, se convierten en ejemplos vivos de la bondad y la compasión divina. Uno de estos seres ilustres, cuya vida se transformó en un testimonio de caridad, es San Juan de Dios. A través de los tiempos, su legado ha sido fuente de inspiración para muchos, recordándonos la importancia del servicio y la dedicación a los más necesitados.

Las oraciones son el puente que nos conecta con el divino, un medio por el cual nuestras súplicas y agradecimientos encuentran eco en el cielo. Al recitarlas, no solo honramos a los santos y a Dios mismo, sino que también reafirmamos nuestra fe y renovamos nuestro compromiso espiritual. Es en este espíritu que nos acercamos a San Juan de Dios, buscando su intercesión y su guía en tiempos de adversidad.

 

Refugio en tempestades,
Faro en aguas de dolor,
Junto al amoroso Jesús,
Otorgándonos su amor.

 

Desde el cielo nos miras,
Intercesor en salud y dolor,
Venimos ante ti, con el alma al descubierto,
Suplicando por el niño, con fervor.

 

Tú, que con devoción,
Bendiciones y favores repartiste,
Mira a esta joven alma,
Que a tus pies resiste.

 

Naciones han sido testigos,
De los milagros que obraste,
Envuelve al pequeño ser,
Con tu manto alzaste.

 

En noches oscuras y frías,
Manda al Arcángel San Rafael,
Fiel amigo y protector,
Guardián en su papel.

 

Elegiste a los más necesitados,
Les ofreciste amor sin condición,
En cada rostro veías a Cristo,
Siendo tú su bendición.

 

Entregado al servicio de otros,
Nos pides hoy tu compasión,
Abraza a este niño luchador,
Dándole tu protección.

 

Invoca a la Virgen María,
Consuelo y refugio sin par,
Que mitigue dolores y tristezas,
Con su materno mirar.

 

Implora al Niño Jesús,
Fuente de vida y alegría,
Que con su misericordia divina,
A este niño guíe y envíe energía.

 

Oh Dios, creador supremo,
Escucha nuestra súplica sincera,
En San Juan de Dios vemos,
El puente a tu espera.

 

Reconociendo nuestras fallas,
Venimos con humildad,
Creyendo que su intercesión,
Traerá la sanidad esperada, en realidad.

 

Fortalece a quienes le cuidan,
Da sabiduría y amor en su acción,
A sus seres queridos da esperanza,
En esta difícil situación.

 

Que tu misericordia infinita,
Se derrame con bondad,
Transformando la enfermedad en salud,
El llanto en felicidad.

 

Con fe esperamos tu milagro,
Siguiendo el ejemplo de San Juan,
Manifestando amor y compasión,
A todo aquel que busca tu plan.

 

Por tu gracia y bondad,
Que el dolor se transforme en cantar,
En el nombre de Jesucristo,
Nuestro eterno amparar. Amén.

 

Al finalizar esta oración, nuestro corazón se siente más ligero, habiendo depositado en manos divinas nuestras preocupaciones y esperanzas. San Juan de Dios, con su vida dedicada al servicio, nos muestra el camino hacia la verdadera comprensión del amor divino. Es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos que enfrentemos, nunca estamos solos; siempre hay una mano celestial dispuesta a ayudar y consolar.

Cada palabra pronunciada con fe refuerza nuestra conexión con lo divino y nos brinda la esperanza de que nuestras súplicas serán escuchadas. Que la vida y las enseñanzas de San Juan de Dios continúen inspirándonos a ser mejores, a servir con amor y a mantener viva nuestra fe en la misericordia y el amor de Dios.

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