Oración a San Expedito contra el alcoholismo
La fe es un pilar que sostiene a muchos en momentos de tribulación, y es en estos instantes de desesperanza donde las oraciones se convierten en el puente que nos conecta con la divinidad. Cuando el peso de nuestros errores y aflicciones nos agobia, es a través de las palabras sagradas que buscamos el consuelo y la guía.
San Expedito, conocido por ser el patrón de las causas apremiantes, ha sido una luz para aquellos que buscan soluciones inmediatas en sus problemas. Como guerrero invencible de la fe, su legado es un recordatorio de la constancia y la valentía necesarias para superar las adversidades.
La oración que sigue es una súplica ferviente, nacida del corazón afligido, que busca redención, guía y el cese de una tormenta interna. A través de esta invocación, nos acercamos a San Expedito y a la divinidad, esperando encontrar el camino de regreso a la gracia de Dios.
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo,
me postro ante la majestuosidad
del divino y ante ti,
San Expedito, guerrero invencible,
de la fe y patrón de causas apremiantes.
De los cielos desciende
tu mirada compasiva y desde allí,
ve la tormenta que me asola:
el vicio del alcohol, que oscurece mi alma
y me arrastra a la desesperanza.
Hoy, con humildad, clamo por tu intercesión.
Tú, San Expedito, que conoces
el sufrimiento de las almas en agonía,
que has enfrentado la adversidad
y te has coronado en la eternidad
junto a nuestro Señor,
con tu espada de justicia y fe,
corta las cadenas que me atan a este vicio
y ayúdame a encontrar el camino
de regreso a la gracia del Altísimo.
Querido Señor, que desde los altos cielos
me observas, reconozco mis errores
y sé que he defraudado tu amor y confianza.
No merezco tu misericordia,
pero mi alma quebrantada clama por tu perdón.
Necesito tu luz, esa chispa divina,
para encender la esperanza en mi corazón
y superar el vicio que me aprisiona.
Padre Santo, te ruego, envía a tus ángeles guardianes,
y por intercesión de San Expedito,
bríndame la fortaleza para resistir
la tentación y seguir fielmente tu camino.
San Expedito, intercesor milagroso,
acudo a ti en este momento crítico,
pidiendo que, con tu caridad,
me guíes hacia la redención.
Haz que cada gota de alcohol que antes buscaba,
se transforme en una lágrima de arrepentimiento.
Te suplico que, con tu poderosa intercesión,
lleves mi ruego ante nuestro Señor Jesucristo,
para que Él, en su infinito amor,
tenga misericordia de mi alma errante
y me otorgue la bendición de la sobriedad.
Deseo con todo mi ser, San Expedito,
convertir esta lucha en testimonio de fe,
propagando tu devoción y amor
por aquellos que, como yo, se encuentran perdidos.
Quiero ser un ejemplo vivo de tu milagro,
mostrando al mundo cómo, con la gracia de Dios
y tu ayuda, se puede superar la oscuridad
y encontrar la luz.
Protégeme de aquellos que puedan desear mi caída
y sostenme en los momentos de debilidad.
Deseo que mi vida, libre del vicio,
sea un reflejo del amor y misericordia de nuestro Señor,
y así, con gratitud, proclamaré tu santidad y devoción.
San Expedito, invencible defensor y fiel servidor,
te agradezco anticipadamente,
porque sé que ya estás obrando en mi favor.
Con tu poderosa intercesión y la gracia divina,
estoy convencido de que pronto este vicio
será parte de mi pasado, una lección de vida
que me acercará más a Dios.
En un acto de fe y devoción, me encomiendo a ti,
y por medio de tus oraciones, espero alcanzar
la misericordia y amor de nuestro Padre celestial.
Que así sea, en el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El poder de la oración es inmenso, y cuando se pronuncia con fe genuina y corazón humilde, se convierte en un eco resonante en los cielos. Cada palabra elevada en súplica tiene el potencial de traer cambios significativos en nuestras vidas, siempre que estemos dispuestos a recibir y actuar conforme a la voluntad divina.
Como testimonio de nuestra devoción y gratitud hacia San Expedito y el Altísimo, es esencial que convirtamos nuestras palabras en acciones. Que esta oración no sea solo un llamado momentáneo, sino el inicio de un camino renovado de fe, esperanza y transformación. Así, cada paso que demos, libre del yugo de nuestros vicios o problemas, será una demostración palpable de la misericordia y el amor que Dios derrama sobre nosotros.
Finalmente, recordemos que cada batalla superada, cada cadena rota y cada lágrima derramada, nos acercan más a la esencia divina y nos alejan de las sombras del pasado. La gracia de Dios es infinita, y con la intercesión de santos como San Expedito, podemos aspirar a vivir en plenitud y armonía con nuestra fe.
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