Oración a San Expedito para agradecer

En el vasto firmamento espiritual, existen seres de luz que actúan como intermediarios entre nosotros y lo divino. Es una gracia inmensa poder encontrar consuelo y guía en estas entidades que, con su amor y devoción, buscan siempre el bien de aquellos que los invocan. San Expedito, conocido por su pronta respuesta y valentía, es uno de esos guardianes celestiales que, a lo largo de los siglos, ha mostrado un compromiso inquebrantable con las almas en busca de auxilio.

Cuando las adversidades parecen inquebrantables y el horizonte se muestra incierto, es en estos momentos de desesperación y anhelo que la fe nos lleva a buscar refugio en lo divino. Y es entonces, con una sinceridad desbordante, cuando elevamos nuestras plegarias, esperando una mano amiga que nos guíe, un rayo de luz en la oscuridad.

Este es el momento en el que, con un corazón abierto y lleno de esperanza, nos dirigimos a San Expedito. No solo para pedir, sino para reconocer y agradecer todas las bendiciones que, de formas conocidas y desconocidas, han venido a nuestra vida gracias a su intercesión. Es un acto de amor, fe y profunda gratitud.

 

Oh glorioso y magnánimo San Expedito,

Con un corazón rebosante de emoción y gratitud,

Vengo ante ti, en confiada actitud.

Tú, el refugio para aquellos en aflicción,

Cuyas esperanzas parecen sólo ilusión.

La fuerza en la desesperación, luz en sombría canción,

En mis horas más sombrías, a ti acudí.

Con fe ferviente te implore, en silencio y sin aludir.

 

Y tú, en tu infinita bondad, mis súplicas escuchaste,

La gracia que anhelaba, al fin me otorgaste.

No puedo dejar de reconocer, con emoción y fervor,

Que esa serenidad que alberga mi ser,

Es fruto de tu intervención, de tu poder.

A pesar de mis fallos, de mi fragilidad y error,

Me concediste lo que deseaba, y siento tal amor.

 

San Expedito, protector intrépido, defensor sin demora,

De causas urgentes, que el tiempo atesora.

Te prometo no guardar silencio, proclamar tu bondad,

Propagar tu devoción, extender tu verdad.

Que otros conozcan tu amor, tu poder inmenso y real,

Y experimenten tu benevolencia, como un caudal sin final.

 

Me esforzaré en fortalecer tu culto y misión,

En asistir y promover actos de devoción.

Trabajaré incansablemente, con pasión y dedicación,

Para ser merecedor de tus bendiciones y tu protección.

 

El futuro trae retos, adversidades a enfrentar,

Pero contigo, San Expedito, no hay temor, ni lugar a dudar.

Mi corazón, fortalecido por la fe, aspira con empeño,

Cumplir mis sueños bajo tu mirada, sin desdeño.

 

Hoy, además de agradecer, resoluciones presento,

Aspiraciones y deseos, en silente y profundo lamento.

Continúa siendo mi escudo, mi fiel defensor,

Intercede por mí, con amor y fervor.

 

Oh guerrero celestial, humildemente te imploro,

Mantener firme mi palabra, en todo momento y coro.

Si flaqueo o fallo, en tu misericordia confío,

Esperando comprensión, amor y apoyo mío.

 

Ruego que, en el cielo, un día te pueda encontrar,

Darte gracias personalmente, y mi devoción reafirmar.

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,

Con amor y respeto, concluyo este canto.

 

San Expedito, mi protector y guía, ante ti me inclino,

Diciendo con devoción y fe: Amén, es mi destino.

 

Después de recitar y reflexionar sobre estas sentidas palabras, podemos comprender el profundo vínculo que une al devoto con San Expedito. Es una relación basada en la confianza, en la certeza de que, aunque estemos rodeados de desafíos, no estamos solos en nuestra travesía. Siempre habrá una fuerza celestial dispuesta a escucharnos y a ofrecernos su ayuda.

Con la seguridad de que nuestras súplicas son atendidas y que la gracia divina actúa en nuestras vidas, avanzamos con renovado ánimo y determinación. Es este reconocimiento el que nos impulsa a compartir las maravillas de la intercesión de San Expedito, a ser testimonio de su bondad y a llevar su devoción a más corazones necesitados de guía y esperanza.

Finalmente, que cada palabra, cada frase y cada sentimiento expresado aquí, sirva como un recordatorio constante de la misericordia y el amor que emanan de lo alto, y de cómo, con fe y devoción, podemos superar cualquier adversidad, siempre de la mano de nuestros protectores celestiales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Qué te pareció este artículo?

Subir