Oración a San Expedito para abrir caminos
La fe es una fuerza inquebrantable que nos une a lo divino, y a través de ella, encontramos la guía y el refugio en momentos de tribulación y desesperanza. A lo largo de la historia, seres iluminados han sido un puente entre lo terrenal y lo celestial, y uno de ellos es San Expedito, conocido y reverenciado por su capacidad de atender con prontitud las súplicas de los fieles.
Al invocar su nombre, no sólo buscamos una respuesta a nuestras oraciones, sino también una conexión más profunda con la divinidad. San Expedito, con su legado y sus milagros, se ha convertido en un faro de esperanza y en un testimonio viviente de la gracia divina que actúa en nuestro mundo.
Como devotos, nuestra relación con él trasciende el mero acto de orar. Es un vínculo espiritual que nos recuerda constantemente la presencia activa de Dios en nuestras vidas y la intercesión de sus santos en nuestros momentos de necesidad.
Glorioso San Expedito,
mártir sublime de la fe,
protector magnánimo, fuente de bondad,
te eriges como estrella brillante,
en cielos de doctrina divina.
Desde tu celestial firmamento,
guía para los que peregrinamos,
buscando refugio divino,
y solución a nuestras penas.
En cada oración, en cada súplica,
te siento a mi lado,
brindándome tu calidez,
tu amparo tan esperado.
En la quietud de mi devoción,
te presento mis aflicciones,
y siempre encuentro tu bendición,
respuesta a mis suplicaciones.
Aún en momentos oscuros,
tu respuesta es veloz y segura,
reflejando tu poder intercesor,
y tu presencia pura.
Bendito seas por la llave,
símbolo de poder divino,
abriendo caminos de posibilidades,
cerrando frente a lo maligno.
Con ella, mi hogar brilla,
con paz y con armonía,
y mi vida rebosa en bienestar,
día tras día.
Tu protección nos guía,
mi familia y yo avanzamos,
con fe y con alegría,
bajo tu manto sagrado.
Con la llave en mano,
alejo lo malo, lo dañino,
y cualquier calamidad,
enfrenta un muro divino.
Obrador de milagros, mediador,
escuchas mis plegarias sinceras,
deposito en ti mi fe,
intercesor de maneras enteras.
Acompaña mi jornada,
guiado por tu luz celestial,
siguiendo al Señor y a Jesús,
en un camino espiritual.
Por todo lo que das,
rindo homenaje y gratitud,
espero tu eterna bendición,
y tu protección, mi virtud.
Con fe, devoción y amor,
elevo pensamientos a ti,
encomiendo vida y seres queridos,
¡Amén! Es mi fervor aquí.
Al concluir esta oración, nuestro corazón se llena de gratitud y serenidad, sabiendo que en San Expedito hemos encontrado un aliado celestial que vela por nosotros. Su legado no es solo una historia del pasado, sino una promesa viva que perdura en cada acto de bondad y en cada milagro que presenciamos.
Así, con renovada fe y esperanza, avanzamos en nuestro viaje espiritual, fortalecidos por la certeza de que no estamos solos. La presencia divina, manifestada a través de San Expedito, nos guía y nos protege, iluminando nuestro camino hacia la plenitud y la gracia eterna.
Que cada palabra pronunciada en esta oración resuene en el universo, reafirmando nuestro compromiso de vivir con fe, amor y devoción, siempre bajo el amparo y la bendición de San Expedito.
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