Oración a San Charbel para que regrese el ser amado

En el luminoso sendero de la fe, nos postramos ante la figura radiante de San Charbel, el santo cuya vida de devoción y sacrificio nos guía en la búsqueda de la gracia divina. En este espacio sagrado, donde las palabras son oraciones y los versos son cánticos de esperanza, elevamos nuestra voz con humildad, implorando la intercesión del santo ermitaño. Como un faro de amor, San Charbel ilumina nuestro camino, recordándonos que, en la soledad de la oración y la entrega, encontramos la fuerza para cargar nuestras cruces con paciencia y abandono. Sigamos sus pasos con fervor y confianza, pues en su mirada reposa la misericordia del Altísimo.

San Charbel, testimonio de fe inquebrantable, tú que conociste la profundidad de la Eucaristía y la dulzura de la Virgen María, te buscamos como guía en nuestro viaje espiritual. En tus silenciosos días de ermitaño, experimentaste el sufrimiento del cuerpo y el alma, y hoy, en nuestra propia aflicción, acudimos a ti con la misma confianza que tu corazón depositó en Dios. En este rincón de plegaria, nos unimos en espíritu, buscando tu intercesión para superar las dificultades que se presentan ante nosotros. Con tus milagrosos poderes, oh San Charbel, ofrécenos tu auxilio en este tiempo de necesidad.


Oh glorioso y bienaventurado San Charbel,
llamado por Dios para vivir en soledad
y consagrado por amor solo a Él.
Con penitencia, austeridad e inspiración
de la luz de la Eucaristía, llevaste tu cruz
con paciencia y abandono. Ilumina nuestro camino
con tu inmensa fe y fortifica nuestra esperanza,
San Charbel, hijo bien amado de Dios.

 


En la ermita, apartado de todo en la tierra,
con auténtica pobreza y humildad, experimentaste
el sufrimiento de cuerpo y alma para entrar
glorioso en el cielo. Enséñanos a llevar las dificultades
de la vida con paciencia y valentía, y a salvarnos
de todas las desgracias que no podamos soportar,
San Charbel, usando tus milagrosos poderes
como intercesor poderoso de todos los necesitados.

 

 

San Charbel, te imploro que, con tu intercesión,
hagas que la llama del amor entre nosotros arda
más intensamente que nunca. Que nuestras almas se unan
en un lazo indisoluble, donde el respeto, la comprensión
y la pasión se entrelacen de manera divina.
Que cada día que pase, nuestro amor crezca
y se fortalezca, como un árbol cuyas raíces son
la confianza y la lealtad mutua, y cuyas ramas se extienden
hacia el cielo, llenas de esperanza y sueños compartidos.

 


San Charbel, te ruego que elimines cualquier obstáculo
que pueda separarnos y que disipes cualquier duda o temor
en el corazón de mi ser amado. Haz que su regreso a mi lado
sea una manifestación del poder del amor verdadero
y que ambos encontremos en esta unión la paz y la felicidad
que tanto anhelamos. Que nuestro amor sea un testimonio
de la grandeza de tu intercesión y del amor incondicional de Dios.

 


Tú, que tanto amas la Sagrada Eucaristía y te alimentas
de la Palabra de Dios en el Santo Evangelio,
que renunciaste a todo lo que te separaba del amor a Jesucristo
resucitado y a su Santísima Madre, la Virgen María.
No nos dejes sin pronta solución y ayúdanos a conocer a Jesús
y a María cada vez más, para que nuestra fe se incremente
y podamos servirles mejor. Escuchar la voz de Dios, cumplir su voluntad
y vivir de su amor es nuestro anhelo, amén.

 


Mártir de la vida religiosa, colmas a los hombres con tus bendiciones.
Alma elegida, sentiste la llamada del Señor y llevaste una vida ejemplar
como monje y beato, entregado a la oración, el ayuno y la penitencia.
Adorador de Jesucristo en la Sagrada Eucaristía y devoto de María Santísima,
tu clemencia toca nuestros corazones con las santas palabras
y eres ejemplo de humildad, fe, paciencia, piedad y sacrificio
tanto para tus compañeros como para los hombres.

 


Ayúdame a ser digno de las gracias de Dios, San Charbel,
y merecer tu asistencia y protección. Generoso servidor del Señor
y del prójimo, nunca dejaste de asistir a los pobres y enfermos,
a los necesitados que acudían a ti en busca de consejo, consuelo,
alivio y auxilio. Hoy acudo a ti en mi desesperación y angustia,
pidiéndote con el corazón en la mano que me prestes tu ayuda.

 


Tú eres el patrón de los que sufren en alma y cuerpo,
y buscan una rápida solución a problemas imposibles.
Intercede por mí, San Charbel, y presenta mis peticiones ante el Señor.
Consigue que se obre un milagro en mi vida para remediar
esta difícil y urgente situación. Confío plenamente en tu intercesión
y en la gracia que el Señor derramará sobre mí.

 


En este día tan precioso, vengo a pedirte con todo mi corazón, San Charbel,
que hagas que regrese ese ser que tanto amo. Que todas sus voluntades sean
para mí, que no tenga ojos para nadie más, sino para mí. Amén.

 

En este rincón sagrado, nos despedimos con gratitud y esperanza, sabiendo que San Charbel, con su mirada serena y su amor incondicional por la Sagrada Eucaristía, continuará velando por nosotros. Que su ejemplo de humildad, fe y paciencia nos inspire a abrazar nuestras propias cruces con valentía y confianza en la providencia divina. Que en cada paso que demos en la senda de la vida, recordemos las lecciones de amor y sacrificio que este santo nos ha enseñado.

Que el testimonio de San Charbel nos guíe hacia una fe más profunda y un amor más auténtico, y que en nuestras oraciones, en nuestros momentos de soledad, encontremos la luz de la Eucaristía que ilumina nuestro ser. Que su intercesión siga siendo un faro de esperanza en los momentos de oscuridad y que, en cada amanecer y atardecer, podamos sentir su presencia cercana. Amén.

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