Oración a San Blas para la salud

En las páginas sagradas y en las crónicas de los santos, encontramos referencias a hombres y mujeres extraordinarios que, a través de sus actos de fe, han dejado una marca imborrable en la historia de la humanidad. Estos individuos, guiados por una pasión inquebrantable y un amor por Dios, sirvieron de faro en tiempos oscuros, ofreciendo esperanza y alivio a aquellos en necesidad.

San Blas, conocido como el protector de la garganta y las enfermedades respiratorias, es uno de estos notables santos. Su historia es rica en milagros y actos de devoción, sirviendo de testimonio de cómo la fe y la determinación pueden superar las adversidades más desafiantes. Pero, ¿quién fue este santo milagroso y por qué se ha convertido en un baluarte de esperanza para muchos?

Venerado San Blas, me has mostrado a través
de innumerables milagros,
y actos de amor tu cercanía,
a quienes buscan tu protección.
Hoy, desesperadamente, levanto
mi voz para rogarte
que me auxilies en mis dolencias.

 

Aquel que se retiró a una cueva,
buscando un santuario de paz,
lejos del mundanal ruido
para comunicarse con el Señor,
comprende la naturaleza humana,
en su deseo de acercarse a Dios.

 

Me siento inspirado por
tu vida de reclusión y tu
profunda conexión con el Divino.
Tú, que transformaste la desesperanza
en esperanza, que convirtiste
a los incrédulos con obras y milagros,
te imploro que conviertas
mi sufrimiento en gozo,
mi enfermedad en salud.

 

Me encuentro afligido, San Blas,
una dolencia en mi garganta me perturba.
Pero recuerdo y medito sobre ese milagro,
cuando salvaste la vida de un joven,
que se ahogaba por una espina.
Este acto de amor y misericordia
fortalece mi fe en ti y me insta
a invocarte en aflicción.

 

Al pensar en ti, rememoro tu vida,
cuando respondiste a la llamada del Señor
y ofreciste el cáliz del martirio,
a pesar de las persecuciones y torturas.
En ese acto heroico de fe, veo
el reflejo del amor y la dedicación.
Te pido, San Blas, que intercedas por mí,
con pasión y fervor, ante Él.

 

Que tus oraciones sean un bálsamo
curativo para mi garganta,
y que, por tu intervención, encuentre
alivio y sanación. Siento que cada
palabra que sale de mi boca
es una súplica hacia ti.

 

Reconozco tu papel protector,
de aquellos que sufren males de la garganta,
infecciones respiratorias y asma.
Te ruego que, con tus dones divinos,
me protejas y liberes de estas dolencias,
y también sobre aquellos que sufren igual.

 

San Blas, prometo que, al sentir tu sanación,
haré eco de tus milagros y bondad.
Relataré a todos sobre tu amor y misericordia,
y cómo, a través de tu intercesión,
encontré el alivio anhelado.

 

Doy gracias al Señor por designar
santos como tú, puentes entre la humanidad y Él.
Agradezco que, en adversidad,
me das fortaleza, esperanza y amor.

 

Termino esta oración con gratitud,
reconociendo tu poder y amor.
Sé que, junto a Jesucristo, escuchas mis súplicas.
Me aferro a la cruz y extiendo mis oraciones,
por todos los que sufren en cuerpo y espíritu.

Oh glorioso San Blas, te ruego,
en nombre de Jesucristo, que intercedas por mí.
Que, con amor y misericordia, otorgues
la sanación que busco. Amén.

 

A través de los siglos, las oraciones y súplicas dirigidas a San Blas han sido un pilar de fe para muchos. La esperanza y la sanación que muchos han recibido, ya sea física o espiritualmente, son testimonio de su poderosa intercesión y de la profunda conexión que mantiene con Dios.

A medida que continuamos navegando por los desafíos de la vida, es esencial recordar y dar gracias por los santos que nos han precedido. Su legado es un recordatorio de que, a pesar de los obstáculos, la fe, la esperanza y el amor siempre prevalecerán. Que las bendiciones de San Blas, este médico divino y obispo mártir, sigan iluminando nuestras vidas, ofreciendo alivio y sanación a todos aquellos que lo buscan.

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