Oración a San Blas para curar la garganta

En los recovecos más profundos de nuestra fe y devoción, encontramos refugio en las oraciones que alzamos al cielo, esperando ser escuchados. La divinidad tiene múltiples formas de manifestarse, y uno de sus canales más poderosos es a través de los santos, seres iluminados que sirvieron en vida y en muerte como puentes entre la humanidad y lo divino.

Las enfermedades, tanto físicas como espirituales, buscan ser atendidas a través de la intercesión de estos seres celestiales. Y es que, la curación no sólo reside en la sanación del cuerpo, sino también en la restauración del alma. San Blas, venerado y querido, es uno de esos santos a quienes recurrimos en momentos de necesidad, especialmente cuando se trata de dolencias de la garganta.

Cada palabra que pronunciamos, cada súplica que elevamos, es un testimonio del poder del amor divino. Al sumergirnos en esta oración, reconectamos con nuestra esencia, buscando ser escuchados y atendidos en nuestra petición.

 

Milagroso Señor, en la majestuosidad
De Tu vasta creación,
Hemos sido testigos sin cesación
De los dones que otorgas con pasión.

 

Entre ellos, destaca San Blas,
Venerado por su virtud, sin retras,
Por su intercesión sin un lapsus,
En los males de garganta, con abrazos.

 

Me postro en humilde petición,
Ante Ti y Tu siervo de devoción.
Busco alivio a la aflicción,
Que atormenta mi garganta, en oración.

 

San Blas, obispo de Sebaste,
Mártir del amor que al alma late,
Elegido fuiste con gran contraste,
Fuego de esperanza, que nunca se abate.

 

A través de generaciones, tus hazañas brillan,
Curando al niño, la historia que trillan.
Refugio de almas, sus plegarias no chocan,
Tu amor y compasión, en cada boca brotan.

 

Toma el papel, San Blas, de médico divino,
Con la bendición del Altísimo, mi destino.
Libérame de la aflicción que me domina,
Cura las heridas, mi voz afina.

 

Protector de las enfermedades respiratorias,
Laringe, garganta y memorias,
Imploro tus dones, sin historias,
Purifica mi garganta, en tus victorias.

 

Dios todopoderoso, en ti confío,
Agradezco la providencia en cada desvío.
San Blas, mediador de devoción,
Me otorgas esperanza, en cada oración.

 

Me comprometo, con fervor y aliento,
A ser portavoz de tu sacramento.
Testificaré tu poder y argumento,
En cada rincón, en cada momento.

 

Por último, reitero mi fe,
A través de las palabras que conocemos bien,
“Padre nuestro que estás en el cielo...”
San Blas, te imploro, sé nuestro pañuelo.

 

Médico por excelencia, San Blas venerado,
Acudo a ti, con esperanza a tu lado,
Confiando en tu poder delegado,
En nombre de Cristo, Amén aclamado.

 

Así como el alba marca el inicio de un nuevo día, nuestras oraciones renuevan la esperanza en nuestros corazones. Al terminar esta súplica, es esencial recordar que la devoción y la fe son fuerzas inquebrantables que, combinadas con la intercesión de santos como San Blas, pueden llevarnos a experimentar milagros en nuestra vida.

San Blas, en su inmensa bondad, continúa siendo un faro de luz y esperanza para todos aquellos que le invocan. Es un recordatorio de que no estamos solos en nuestros sufrimientos y que siempre hay un ser celestial dispuesto a escucharnos y ayudarnos.

Que cada palabra de esta oración resuene en los rincones más íntimos de nuestro ser, fortaleciendo nuestra relación con lo divino y reafirmando la fe que depositamos en la intervención celestial. Que la paz y el amor de Dios nos acompañen siempre.

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