Oración a San Bartolomé para el mal de ojos

En la historia del cristianismo, San Bartolomé resplandece como uno de los doce apóstoles elegidos por Cristo para ser testigo de Su vida, muerte y resurrección. Con una fe inquebrantable y un amor puro hacia el Salvador, este apóstol nos ha legado enseñanzas que trascienden las eras y se convierten en pilares de la espiritualidad.

La oración, esa conversación divina que entablamos con el cielo, es una herramienta poderosa para combatir las adversidades que nos acechan. Es así que, cuando el mal de ojo y las sombras intentan opacar nuestra paz, recurrimos a figuras sagradas como San Bartolomé para encontrar refugio y guía.

Antes de sumergirnos en la profundidad de esta oración, hagamos un alto y conectemos con nuestro interior. Dejemos que cada palabra que leamos resuene en nuestro ser, permitiendo que el mensaje divino nos toque y transforme. A través de la intercesión de San Bartolomé, busquemos el amparo y la protección contra todo mal.

 

San Bartolomé, ilustre y bendito,
Apóstol, portador de la luz
Del amanecer y la energía,
Del gallo que canta al alba.

 

Me presento ante ti,
Con una súplica que brota,
Desde las profundidades
De mi alma y corazón.

 

Tú, que caminaste con Jesucristo,
Y sentiste su divinidad
En cada paso y mirada,
Te invoco en este instante.

 

Oscuro velo del mal de ojo,
Intenta opacar mi vida,
Y la de aquellos que amo,
Refugia nuestra fe en tu aura.

 

Recordando aquel día, apóstol,
En que te calzaste el pie derecho,
Y ante el Salvador lavaste,
Sus pies y manos sagradas.

 

Pido que de igual manera,
Limpies nuestras almas y cuerpos,
De toda sombra y negatividad,
Que quiera rondar nuestro ser.

 

Tal como encontraste a Jesús,
En tu camino lleno de fe,
Y te uniste a su divinidad,
Protege con ese mismo amor mi senda.

 

Apóstol bendito, con fortaleza,
Lanza tu escudo protector,
Alrededor de mi hogar, mi refugio,
Guardando a cada ser que en él reside.

 

Que esa fuerza que solo tú posees,
Limpie nuestras manos, pies, y pensamientos,
Del mal que busca quebrar nuestra paz,
Y que perturba el sueño de inocentes.

 

Grandioso San Bartolomé,
En las palabras divinas de Cristo,
Reconociste su esencia y misión,
Sin engaños ni vacilaciones.

 

Permítenos poseer esa fe,
Tan inquebrantable como la tuya,
Sanar dolencias, cuerpo y espíritu,
Con la gracia que tú conociste.

 

Sé que la humanidad flaquea,
Y te imploro que perdones,
Nuestras imperfecciones, dudas,
Y nos guíes hacia el bien.

 

Suplico que apartes de nuestra ruta,
A aquellos que con maldad y envidia,
Intentan dañarnos, quebrarnos,
En tu generosidad, brinda paz y alegría.

 

Aleja las garras del demonio,
Y las sombras que amenazan,
Que tu poderosa intercesión,
Fortalezca nuestro espíritu día a día.

 

En esta oración, te entrego
Mis preocupaciones, dolores y temores,
Confío en tu mediación divina,
Ante el Padre Todopoderoso y eterno.

 

Ayuda a todos los que claman,
Por tu intervención sagrada,
Permítenos vivir bajo la gracia,
De tu amor y misericordia.

 

Amado San Bartolomé,
Intercede por nosotros siempre,
Protégenos del mal, de la oscuridad,
Y guíanos hacia la luz de Cristo. Amén.

 

Al finalizar esta oración, sentimos en el corazón la fuerza renovadora que emana de las palabras dirigidas a San Bartolomé. Las adversidades, temores y amenazas parecen disiparse, dejando espacio para la esperanza y la confianza en la intervención divina.

Es vital recordar que, al igual que en los tiempos de los apóstoles, la fe es nuestro escudo y fortaleza. Al acudir a ella, encontramos un camino iluminado que nos guía, incluso en los momentos más oscuros. La intercesión de los santos es un regalo que se nos ha concedido, y al invocarla, fortalecemos nuestro vínculo con el cielo.

Que esta oración no sea solo un recital de palabras, sino un compromiso de vivir conforme a las enseñanzas de Cristo, buscando siempre la luz, el amor y la protección en nuestro andar diario. Que San Bartolomé continúe intercediendo por nosotros y que su bendición nos acompañe siempre.

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