Oración a San Sebastián Mártir

En la humildad de nuestras almas y con fe sincera, elevamos nuestras voces al Todopoderoso. Como San Sebastián, mártir valiente, nos arrodillamos ante la majestuosidad divina, buscando su gracia y guía en este mundo de desafíos y tentaciones. Con corazones llenos de esperanza, imploramos su misericordia y fortaleza para perseverar en nuestra fe. Que estas palabras encuentren refugio en los oídos de Dios, como plegarias sinceras de almas necesitadas de su amor y protección.

En esta jornada espiritual, recordamos la valentía de San Sebastián, quien, como ejemplo de devoción, nos inspira a enfrentar nuestras tribulaciones con la misma firmeza que él demostró. En medio de las incertidumbres de la vida, buscamos la luz divina que solo Él puede proporcionar. Que nuestras súplicas se eleven como incienso fragante, llegando a los cielos y tocando el corazón de Dios.

Encomendamos nuestras almas a San Sebastián y al Todopoderoso, confiando en que, con fe inquebrantable, encontraremos consuelo y fortaleza en su amor eterno. Que esta unión sagrada nos guíe en cada paso de nuestro viaje espiritual, y que nuestras palabras sean como un canto de esperanza que resuene en el cielo y en la tierra.


San Sebastián, tú que estás ante nuestro Padre Todopoderoso,
intercede ante Dios con nosotros para que podamos
llegar a hacer Su voluntad, así como tú diste tu vida
en una voluntad de Dios. Que podamos realizar nuestras
acciones con fe, amor, devoción y valentía, siendo
poderosos y reflejos de Dios.

Ahora que vives con Dios, que nuestras plegarias
lleguen directamente hacia Él, y que podamos tener
la misma gran fe que tú y Jesucristo.

Quiero que seas mi protector, mi guía, y me sostengas
en tus victoriosos brazos, para que no tenga miedo
alguno en el camino que me espera hoy y mañana.


Que intercedas en nuestras plegarias a Dios para que
nos brinde un hogar sin temores ni odio, donde el
amor de Dios nos acoja. Que tú, San Sebastián,
seas el protector de nuestro hogar y la paz reine
entre nosotros.


En nuestro trabajo, que prevalezca la justicia y no
haya favoritismos.

San Sebastián, hoy te pido que intercedas ante Dios
por nuestras plegarias, para que sean escuchadas y
respondidas en cada una de nuestras peticiones.


Ayúdanos a resolver los problemas que nos atormentan
y danos la fuerza para enfrentar los obstáculos de
la vida. Que Dios obre en nuestra sanación contra
las enfermedades que afectan nuestro cuerpo y nos
proteja de toda peste y enemigo que se interponga
en nuestro camino.


Que Dios nos conceda la oportunidad de alcanzar la
vida eterna y que podamos obtener lo que solicitamos
a nuestro Padre. San Sebastián, ruega por nosotros
para que tengamos un lugar al lado tuyo y del Padre,
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

 


Ante Dios, nada es imposible. Hacemos esta oración
con fe y confianza, para que nos ayude a ser fuertes
ante las dificultades que nos depara la vida,
y para que podamos dar testimonio de nuestra fe en
Jesucristo, nuestro Dios y Señor lleno de misericordia.


Dios Todopoderoso, que fortaleciste tan poderosamente
a nuestro mártir San Sebastián en su fe, rogamos
humildemente por tu misericordia. Por sus méritos,
en nuestras tribulaciones, danos ayuda; en persecuciones
y traiciones, defensa; en problemas y dificultades, solución;
y en todas nuestras necesidades, remedio.

Permítenos resistir las asechanzas del adversario,
alejar enemigos, males y peligros, vencer a quienes
nos desean dañar, y superar difamaciones, malas lenguas,
recelos, malos ojos y envidias.


Dios y Señor, te imploramos tu misericordia y, por
la intercesión del valiente mártir San Sebastián,
concédenos las gracias y auxilios necesarios para
nuestras presentes necesidades, tanto espirituales como
materiales y corporales. Te rogamos especialmente por
[mencionar aquí tus peticiones personales].


Glorioso San Sebastián, intercede ante Dios por nosotros,
para que podamos tener el mismo amor y valentía que
tuviste al combatir por la gloria de Dios. Poderoso
guerrero, semi protector, sostén nuestros corazones
con tus brazos victoriosos, para que no temamos al maligno.


Ayúdanos a presentar nuestras necesidades con fe,
sabiendo que para Dios nada es imposible. Permítenos
ser fuertes ante la dificultad y dar testimonio de
nuestra fe en Jesucristo en cada acto de nuestra vida.


Con tu ayuda, combatiremos hasta el anochecer de
nuestras vidas, y entonces nos presentaremos ante
el Señor, recibiendo la palma que nos ayudaste a conseguir.
San Sebastián, ruega por nosotros. Amén.

En la quietud de nuestros corazones, sentimos la presencia amorosa de Dios y la intercesión constante de San Sebastián. Mientras concluimos estas palabras, nos encomendamos a su protección y guía, sabiendo que nuestras plegarias nunca caen en oídos sordos. Que esta comunión espiritual nos fortalezca en nuestra fe y nos impulse a vivir de acuerdo con los preceptos divinos.

Con la certeza de que nuestras súplicas son escuchadas, encontramos consuelo en el conocimiento de que Dios camina a nuestro lado, incluso en los momentos más oscuros. En este cierre, renovamos nuestro compromiso de seguir el ejemplo de San Sebastián y vivir con valentía y devoción. Que nuestras vidas reflejen la luz de Dios y que, a través de su gracia, alcancemos la paz y la salvación eterna.

Encomendamos nuestras almas al Todopoderoso, agradecidos por su amor infinito y la mediación de San Sebastián. Amén.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Qué te pareció este artículo?

Subir