Oración a San Pancracio por la salud

A lo largo de la historia, la humanidad ha buscado refugio y consuelo en momentos de incertidumbre y desesperación. Las oraciones y súplicas se alzan como un puente entre lo terrenal y lo divino, sirviendo de canal de comunicación entre el ser humano y las entidades celestiales.

San Pancracio, venerado y admirado, se destaca entre los santos por su valentía y devoción. Aunque su vida terrenal fue corta, su legado ha perdurado, ofreciendo esperanza a aquellos que, con fe, buscan su intercesión. Cada palabra pronunciada en su honor, no es solo una petición, sino también un testimonio del profundo vínculo que se establece entre el devoto y el mártir.

Esta oración no solo busca ser una súplica, sino también un reconocimiento de ese compromiso mutuo, donde la devoción se une con la promesa de intercesión. La fe, en sus diversas manifestaciones, tiene el poder de reconfortar, guiar y transformar vidas.

 

San Pancracio, noble mártir y fiel,
Discípulo de la divina fe,
En este instante de desasosiego,
Y tribulación, a ti yo me allego.

 

Recurro a tu poder, y tu intercesión,
Ante Jesús, en mi petición,
Desde las alturas contemplas el andar,
De los que luchan, de los que han de llorar.

 

La salud quebrantada, la esperanza menguante,
Espíritu afligido, lamento constante,
De hijos e hijas de un Dios amoroso,
Que en este instante sienten temeroso.

 

Con humildad, te imploro, fiel amigo,
Intercedas por los que están conmigo,
Por la salud y sanidad, que hoy se busca,
En un mundo donde la desesperanza abduca.

 

Que la serenidad divina les cobije,
Que todo mal y dolencia se atenúe,
Aflicción que cese, paz que florezca,
Esperanza que brille, fe que engrandezca.

 

Oh protector fiel, de amor desbordante,
Que ofreciste tu vida, acto vibrante,
Desplaza la sombra, da luz a la vida,
Convierte el llanto, en risa compartida.

 

Que el amor infinito transforme el dolor,
Ángeles que guíen con fervor,
En mi vida, siento el peso constante,
De privaciones, de un futuro distante.

 

En salud, en recursos, siento la ausencia,
Pero en ti confío, con paciencia,
Fortalece mi fe, guíame siempre,
Aunque el camino sea arduo y pendiente.

 

Ayúdame a ver, las bendiciones diarias,
Que a través de ti, nos das, sin fallas,
Reconocer tu amor, tu cuidado y guía,
Aun cuando la vida, a veces desafía.

 

Te imploro que abra oportunidades,
Prosperidad y amor, sin vanidades,
Que los milagros que has obrado,
En mi vida sean también reflejados.

 

Háblale a Dios, lo que en mi corazón yace,
Busco el perdón, de mis actos que desfase,
Mano compasiva que me toque, y me levante,
Paz en mi corazón, que nunca me falte.

 

Acompaña mis pasos, día tras día,
Como el Padre te acompañó, con valentía,
Que tu fe y amor, iluminen mi andar,
Que en cada momento, pueda yo confiar.

 

En agradecimiento, prometo difundir,
Tu bondad, tu poder, tu refulgir,
Rezar con fervor, con esperanza renovada,
Que otros también sean por ti, consolada.

 

San Pancracio fiel, guardián verdadero,
Encomendamos nuestra vida, sincero,
Al amor eterno, que no tiene final,
En tu cuidado, esperanza, señal. Amén.

 

Al finalizar este rito de palabras y devoción, se experimenta un renacer espiritual. La oración, en su esencia, refuerza la convicción de que no se está solo en las tribulaciones y que, al elevar nuestras súplicas, somos escuchados.

San Pancracio, con su ejemplo de sacrificio y amor, nos recuerda que la fe es una fuerza transformadora. Que nuestras vidas, por muy tumultuosas que puedan parecer, tienen el potencial de ser tocadas y transformadas por la gracia divina. Que cada oración es un paso hacia la comprensión y el acercamiento a lo divino.

Con esperanza renovada, se busca avanzar en la vida, llevando en el corazón las enseñanzas y la protección de aquellos que, desde el plano celestial, interceden por nosotros. Que la paz y la serenidad resultantes de esta oración sean un faro constante en nuestra jornada.

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