Oración a San Lázaro para abrir caminos

Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha buscado en el firmamento respuestas a sus inquietudes más profundas. El cosmos, con su inmensidad y misterio, ha sido testigo de nuestras alegrías, tristezas, triunfos y derrotas. En ese inabarcable cielo, hemos buscado signos y señales que guíen nuestro camino y nos conecten con lo divino.

La fe, esa poderosa fuerza que nos impulsa a creer en lo invisible, nos ha brindado refugio y esperanza en los momentos más difíciles. Y entre las luminosas constelaciones de santos y mártires que han guiado nuestro espíritu, San Lázaro brilla con especial intensidad. Su historia, entrelazada con la de Jesucristo, nos recuerda la impermanencia de la vida y la promesa de la resurrección.

Antes de adentrarnos en esta oración, es vital recordar la importancia de la fe y la confianza en la divina providencia. Que las palabras que siguen sirvan como un puente hacia lo eterno, conectando nuestros corazones con el amor y la misericordia del Creador.

 

San Lázaro, aquel que conoció la profunda agonía
de la enfermedad y la oscuridad
del sepulcro,
pero que fue tocado por el poder
milagroso de Jesucristo
y regresó a la vida en Betania,
es un rayo de esperanza
para todos nosotros
en nuestros momentos más oscuros.

 

Glorioso San Lázaro,
con tu santidad y obediencia
inquebrantable al Creador,
te presentas ante nosotros
no sólo como un testigo
de los milagros de Dios,
sino también como un intercesor
poderoso en nuestros momentos
de necesidad.

 

Tú, que experimentaste
la dureza de un corazón cerrado
y los desafíos del pecado,
comprendes nuestras luchas diarias.
Sabes cuán a menudo nuestros caminos
pueden estar oscurecidos
por la duda, la confusión
y la desesperación.

 

Te suplicamos, amadísimo San Lázaro,
que intercedas por nosotros,
que tomes nuestras oraciones,
sueños, deseos y angustias,
y las lleves ante el trono del Altísimo.
Pedimos que, a través de tu poderosa
intercesión, aquellos caminos
que parecen cerrados ante nosotros
puedan abrirse,
que las oportunidades oscurecidas
por la incertidumbre puedan iluminarse
y que cada paso que demos
nos acerque más a la verdad,
al perdón y a la reconciliación
con el Padre.

 

Recuerda, San Lázaro, aquel momento
de tu resurrección,
cuando Jesucristo, con amor
y misericordia, te llamó
fuera del sepulcro.
Es ese mismo amor divino
el que ahora imploramos,
pidiendo que despejes las nubes
de confusión y desesperación
de nuestras vidas.
En ti depositamos nuestras preocupaciones,
en ti confiamos para que,
con tu intercesión, puedan desaparecer
todos nuestros males, adversidades
y carencias.

 

Ayúdanos a ver con ojos de fe,
a confiar en las promesas del Padre
y a creer en las posibilidades infinitas
que Él tiene reservadas para nosotros.
En nuestra humanidad débil y pasajera,
es fácil sentirse pequeño e insignificante.
Pero con tu ayuda, San Lázaro,
podemos recordar cuán amados
y preciados somos a los ojos del Creador.

 

Esperamos, con corazones llenos de esperanza,
que nuestras súplicas lleguen
a los altares celestiales
y sean escuchadas por el Dios
de infinita bondad y misericordia.
Te damos gracias, San Lázaro,
por tu constante intercesión,
y te pedimos que nos llenes
de humildad, amor y templanza,
para que podamos seguir adelante
con determinación y propósito,
siempre buscando la gloria de Dios.

 

Finalmente, te suplicamos que,
por tu mediación, Dios el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo
nos bendiga, nos proteja
y nos guíe en cada paso que demos.
Que cada momento de nuestras vidas
esté imbuido de bendición espiritual
y gracia divina.
En ti, San Lázaro bendito,
depositamos nuestra confianza,
sabiendo que tu amor y compasión
nos llevarán hacia la eterna salvación. Amén.

 

Al finalizar esta profunda reflexión, nuestras almas se sienten revitalizadas y llenas de esperanza. La vida, con sus altibajos, nos pone constantemente a prueba. Pero con la guía y el amor de seres de luz como San Lázaro, encontramos el valor para enfrentar cada desafío con fe y determinación.

Que esta oración no sea solo palabras, sino un compromiso de vivir según los preceptos divinos, de amar al prójimo, y de buscar siempre la verdad y la justicia en nuestras acciones. La fe es el faro que ilumina nuestros días más oscuros, y la promesa de redención y amor eterno es el ancla que sostiene nuestra existencia.

Que cada uno de nosotros lleve en su corazón la enseñanza y el amor de San Lázaro, y que su historia sea un constante recordatorio de la misericordia y el poder transformador de Dios en nuestras vidas. Al cerrar esta reflexión, miramos al futuro con renovada esperanza, sabiendo que no estamos solos en nuestro peregrinar espiritual.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Qué te pareció este artículo?

Subir