Oración corta a San Dimas para cobrar

En los momentos más oscuros de la humanidad, siempre han surgido figuras que, a pesar de sus circunstancias, demuestran el poder redentor de la fe. Uno de esos personajes es San Dimas, a menudo conocido como el buen ladrón. Su historia es testimonio de que la misericordia divina no conoce límites y puede alcanzar a cualquier persona, sin importar su pasado.

Las escrituras narran cómo, incluso en el último aliento de vida, una persona puede encontrar la salvación. Esta transformación se hizo evidente en el monte del Calvario, donde, junto a Jesucristo, San Dimas reconoció su pecado y fue recibido por el amor infinito del Salvador. A través de esta oración, buscamos no solo recordar la grandeza de su fe sino también solicitar su intercesión en nuestros asuntos terrenales, especialmente aquellos que involucran relaciones y deudas.

En este contexto, los creyentes encuentran un faro de esperanza y un recordatorio de que, sin importar lo difícil que parezca una situación, siempre hay una luz de esperanza, guiada por la intervención divina y el apoyo de los santos.

 

Oh glorioso San Dimas,
llamado por la iglesia
el buen ladrón,
testigo de la inmensa misericordia
del Salvador
en aquel monte del Calvario,
te imploro que me asistas
en este momento de necesidad.

 

Recuerda las palabras
de Cristo en la cruz,
prometiéndote el Paraíso
por tu fe y arrepentimiento.
De la misma manera, te pido
que intercedas por mí,
para que aquellos que me deben
puedan sentir en su corazón
la necesidad de saldar sus compromisos.

 

Ayúdame a cobrar lo que me es debido,
permitiendo que la justicia y la equidad
prevalezcan en este asunto terrenal.
Concédeme la sabiduría
para abordar esta situación
con gracia y paciencia,
y la fortaleza para perseverar
hasta que se haga justicia.

 

Ayúdame a actuar siempre con rectitud
y a mantener la confianza
en la Divina Providencia,
sabiendo que todo ocurre
de acuerdo con Su perfecto plan y tiempo.
Oh San Dimas, tú que experimentaste
la transformación de la gracia
en un momento crucial.

 

Intercede por mí
para que pueda tener éxito en esta empresa
y, al igual que tú,
nunca pierda la esperanza
en la infinita misericordia
y amor de nuestro Señor.
Te lo pido con humildad y fe,
confiando en tu poderoso intercesión.

 

En el amor eterno de Cristo,
quien te acogió en el Paraíso,
buscamos refugio y guía.
Oh ladrón redimido, que viste
la gloria de la resurrección,
que tu testimonio sea luz en nuestros caminos.
Que la cruz que compartiste con el Mesías
sea el puente que nos conecte
con la misericordia divina.

 

San Dimas, escucha nuestra súplica
y guía nuestras almas en la fe.
Como un reflejo de la redención,
que tu historia inspire esperanza
en cada corazón que busca el perdón.
En la sombra de tu legado,
buscamos la verdad y la justicia,
anhelando la luz de la salvación.

 

Así, con corazones abiertos,
nos entregamos a tu cuidado
y buscamos tu intercesión celestial,
esperando el día en que, como tú,
seamos recibidos en los brazos del Señor.
Amén.

 

La fe es una fuerza poderosa que ha transformado vidas a lo largo de la historia. Al igual que San Dimas encontró redención a los pies de la cruz, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de cambiar, de ser tocado por la gracia y de actuar de acuerdo con los designios divinos. La intercesión de los santos es un recordatorio de que no estamos solos en nuestros desafíos y que, con fe, la Divina Providencia actúa en nuestro favor.

Al invocar a San Dimas en nuestros momentos de necesidad, no solo buscamos solución a nuestros problemas terrenales, sino también un acercamiento y fortalecimiento de nuestra relación con lo divino. En nuestras súplicas, encontramos consuelo, dirección y, más importante aún, la esperanza de que, al final del camino, seremos acogidos en el amor eterno de Cristo, tal como lo fue el buen ladrón.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Qué te pareció este artículo?

Subir