Oración del chofer Santo Toribio Romo

En los momentos donde la incertidumbre se cruza en nuestro camino, es en la oración donde encontramos consuelo y guía. El acto de conducir, una actividad tan cotidiana y a veces mecánica, es en realidad una responsabilidad trascendental. Estamos al mando de una máquina, pero es nuestra esencia, nuestras decisiones y acciones las que determinan el rumbo.

Cada viaje que emprendemos es un reflejo del viaje más grande que todos enfrentamos, el viaje de la vida. Y en este recorrido, no estamos solos. Contamos con una presencia divina que nos acompaña y guía, protegiéndonos en cada desafío, en cada decisión. Es vital reconocer esta guía, solicitarla y agradecerla.

Esta oración que se presenta a continuación es una ofrenda. Una petición para que nuestra conducción sea más que un simple traslado de un lugar a otro, sino un acto consciente de amor, respeto y responsabilidad.

 

Señor, que te muestras omnipresente
En cada detalle de la creación
Y eres la esencia misma de la vida,
Te imploro desde lo más profundo
De mi ser,

Para que a través de la intercesión
De Santo Toribio Romo,
Me otorgues la fortaleza
Y sabiduría necesarias
Para asumir el acto de conducir
Con total entrega y rectitud.

 

Permíteme, oh Divino Creador,
Poseer una mano firme que guíe
Con certeza, y una mirada vigilante,
Que me permita prever
Los obstáculos y desafíos del camino.
Ayúdame a recordar siempre
Que, al tomar el volante,
No solo tengo en juego mi vida.

 

Sino también la de aquellos
Que han sido creados por Ti,
A quienes nunca deseo dañar.
Convierte, Señor, mi vehículo
En un instrumento de tu amor y gracia,
No en una herramienta de desgracia.

 

Tú, que eres el guardián
De todos nosotros,
Te suplico que mantengas bajo
Tu manto protector a aquellos
Que me acompañan en este viaje
Y en todos los caminos.

 

Líbranos de todo mal, enfermedad,
Accidente y de cualquier adversidad.
Que cada carretera, calle y sendero
Se vea libre de peligros,
Pues, en tu divina providencia,
Encuentro consuelo y seguridad.

 

Inclina, Señor, mi corazón
A usar este medio de transporte
No solo para mi bienestar,
Sino también para socorrer
Y ayudar a aquellos en necesidad.
Que el coche no sea una extensión
De mis deseos egoístas.

 

Sino un instrumento de bondad
Y caridad para con el prójimo.
Te ruego, Padre Misericordioso,
Que aplaques en mí el impulso desenfrenado,
Y me concedas la serenidad
Para admirar y agradecer
La belleza de tu creación.

 

Que, al enfrentar el vértigo
Y la prisa de este mundo,
Pueda recordar siempre
El propósito más grande de mi existencia
Y el camino eterno hacia Ti.

 

Finalmente, te pido que,
Por la intercesión de tu amada Madre,
La Virgen del Camino,
Y por los méritos de Santo Toribio Romo,
Me otorgues tu bendición
Y protección en cada viaje.

 

Convirtiendo cada trayecto
En una oración viva y una ofrenda
De amor a Ti. Que, al conducir,
No solo avance en dirección física,
Sino también en dirección espiritual,
Acercándome siempre más a Tu gracia
Y amor infinito. Amén.


La reflexión y el acto de orar nos conectan con nuestro ser interior y con la divinidad que nos rodea. La carretera, con sus retos y sorpresas, se convierte en un espejo del camino de la vida, donde la fe se convierte en nuestro farol guía.

Al pedir protección, sabiduría y guía en nuestro viaje, también estamos solicitando la gracia de ser más conscientes, de actuar con bondad y amor en cada momento. La vida es un viaje y, como conductores de nuestra propia existencia, es imperativo buscar siempre el camino que nos acerque a la verdad, la bondad y el propósito divino.

Que cada vez que nos sentemos detrás del volante, recordemos esta oración y dejemos que su mensaje ilumine nuestro camino, fortaleciendo nuestra conexión con lo divino y asegurando que cada viaje sea un acto sagrado.

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